Paysandú, Miércoles 04 de Abril de 2012
Opinion | 30 Mar De acuerdo a cifras provenientes del Banco de Previsión Social (BPS), la cantidad de jubilaciones que se concretan cada año se triplicó desde 2009, lo que arroja que en un período de tres años se sumaran casi 100.000 nuevos jubilados a las prestaciones a pagar por el organismo previsional.
La información que recoge El País indica que en 2011 se acogieron a la pasividad 34.056 personas, manteniendo el promedio de poco más de 62 años para el retiro, en un país en el que se ha establecido para hombres y mujeres que la edad mínima para acogerse a los beneficios jubilatorios es de 60 años, aunque con una escala progresiva que estimula el hacerlo a mayor edad, pero que en el caso de los años de trabajo se detiene a los 40 años.
Estos números conllevan una serie de consideraciones que es preciso evaluar en un contexto muy complejo desde el punto de vista socioeconómico, si tenemos en cuenta por un lado que el sistema jubilatorio uruguayo es mixto, desde que mantiene por un lado el régimen de solidaridad intergeneracional en el BPS, por el que los trabajadores activos del sistema con sus aportes pagan las jubilaciones de quienes ya han se han acogido a la pasividad, y estos últimos a su vez mientras aportaron contribuyeron a pagar las pasividades de quienes les precedieron.
Estamos por lo tanto ante un sistema presuntamente “solidario” que en realidad ata a las actuales generaciones de trabajadores a sostener a los pasivos mientras aportan a su vez para su propia jubilación, pero apostando además a que cuando ellos se retiren recojan la posta las siguientes generaciones de trabajadores, en una cadena que comenzó desfasada y que por lo tanto sigue así.
Este sistema sí se aplica en el caso de las Administradoras de Ahorros Previsionales (AFAP), que fueron instituidas mediante la entrada en vigencia de la reforma constitucional de 1996 y que dio lugar al sistema mixto de prestaciones que rige en la actualidad, y cuyos primeros jubilados --sin ser los que han accedido por causas especiales, pero con prestaciones mínimas-- los vamos a tener recién dentro de unos veinte años.
Es decir que si bien el Banco de Previsión Social cuenta ahora con mayor cantidad de recursos como consecuencia de que se ha incrementado el número de aportes por el crecimiento económico y una menor evasión, no es menos cierto que siempre va a depender de la actividad económica que se genera y los consecuentes aportes, por lo que con un creciente número de pasivos de la misma forma crecen compromisos que hoy se pueden afrontar, pero que mañana serán un problema si decae la actividad y la relación activo-pasivo que había crecido en los últimos años. Por otra parte, el Banco de Previsión Social no sólo se surte de los aportes que recibe de los trabajadores, sino también de siete puntos del Impuesto al Valor Agregado. Esto significa que la recaudación está directamente relacionada al consumo de los uruguayos, que es lo primero que se retrae ante cualquier temblor en la economía.
Tenemos así que en tres años unas 98.000 personas recibieron el alta de jubilación, que representa según el informe del matutino un 24 por ciento del total registrados al año pasado, poniendo de relieve un gran incremento respecto a las altas de años anteriores.
Por su lado, los equipos técnicos del BPS consideran que los ingresos jubilatorios fueron mayores a los proyectados antes de flexibilizar las condiciones de acceso a la jubilación en 2009, a efectos de favorecer a personas que habían quedado “colgadas” sin trabajo por la crisis y que por su edad cercana a la pasividad tenían pocas oportunidades de ser absorbidos por el mercado de trabajo.
Ocurre que para decidir cualquier medida de tan serio impacto sobre el futuro económico del país, y más allá de su justicia o pertinencia, hay que contar con respaldo económico para financiarla. Cuando la coyuntura económica es favorable, como ahora, es fácil encontrar los recursos y aún puede alcanzar con el aporte de los propios sectores activos, pero como bien lo señala la representante empresarial en el BPS, Elvira Domínguez, el sistema es vulnerable en cuanto a sustentabilidad, “dado que las jubilaciones son inflexibles a la baja y en una crisis económica los trabajadores que cotizan al BPS sí reaccionan a la baja, a lo que se suman erogaciones por el Seguro por Desempleo”.
Estos factores deben tenerse presentes sobre todo en esta etapa de crecimiento, para evaluar en todos sus condicionamientos el panorama, y analizar con tiempo eventuales medidas preventivas para contar con alternativas ante cualquier cambio de escenario.
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