Paysandú, Miércoles 04 de Abril de 2012
Rurales | 01 Abr La desaparición masiva de cientos de millones de abejas en todo el mundo preocupa a los científicos desde hace años, ya que el número de estos insectos ha disminuido de forma desmesurada; se está frente a una crisis que los expertos llaman el problema del colapso de las colonias y cuyo origen todavía no ha sido resuelto.
Nuestro país no es ajeno a este fenómeno. Días atrás, se informaba que los apicultores del Litoral han sufrido en los últimos meses la pérdida de hasta un 40% de sus apiarios. “Las colmenas van muriendo a causa de la despoblación porque no nacen nuevas abejas en el cajón y lo peor es que desconocemos las causas. Estamos desesperados por lo que la pérdida significa en lo económico y por el consecuente quiebre de todo el entorno dinámico que se mueve en el sector”, precisó a El País Enrique Plaván, presidente de la Cooperativa Apícola de Young (Calay).
A nivel mundial, los investigadores han propuesto múltiples causas para dar una explicación al brutal descenso de abejas, incluido el uso de pesticidas, pero no estaba claro cómo éstos producían el daño. Sin embargo, este viernes 30 la revista Science publicó dos investigaciones, una británica y otra francesa, señalando que dos pesticidas, ampliamente utilizados para proteger los cultivos, podrían estar explicando la desaparición de cientos de millones de estos insectos en todo el mundo.
Los dos nuevos estudios publicados en Science se fijan en los efectos de los insecticidas neonicotinoides, que actúan sobre el sistema nervioso central del insecto y que fueron introducidos en la década de 1990, convirtiéndose en unos de los más utilizados en cultivos de todo el mundo.
En el estudio de la Universidad británica de Stirling, el equipo expuso colonias de abejorro común a niveles bajos de un neonicotinoide llamado Imidacloprid, en dosis comparables a las que las abejas reciben con frecuencia en la naturaleza. Después de seis semanas, las colonias tratadas eran de un 8 a un 12% más pequeñas que las de control y el porcentaje de producción de reinas se redujo en un 85%, lo que significa que habrá muchos menos nidos el próximo año.
En el segundo trabajo, de un equipo del Instituto Nacional Francés para la Investigación Agrícola, con sede en Avignon, los científicos pegaron al tórax de las abejas unos microchips para realizar un seguimiento de sus movimientos, y dieron a algunas de ellas una dosis no mortal de plaguicida tiametoxam. Al compararlos, encontraron que los insectos tratados tenían de dos a tres veces más probabilidades de morir fuera de sus colmenas. Los científicos franceses creen que, probablemente, estas muertes se producen debido a que el plaguicida interfiere con los sistemas de orientación de las abejas.
Los autores señalan --indica Conexión Tecnológica--, que a pesar de que a los fabricantes de plaguicidas se les exige que las dosis permanezcan por debajo de los niveles letales para las abejas, los estudios para determinar ese nivel de mortalidad probablemente han subestimado las formas indirectas en que los productos pueden matarlas, por ejemplo, al interferir con sus sistemas de orientación y modificar su conducta.
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