Locales | 05 Abr Pésaj, conocida popularmente como “pascua judía”, recuerda la liberación del pueblo judío. Ocurrió hace 3324 años y, según el calendario judío, el día 15 de Nisán. Sin embargo, en el calendario gregoriano, este año comienza el 6 de abril al anochecer. Es la primera festividad, jag en hebreo, del calendario. Tras 210 años de sometimiento, el pueblo judío fue liberado de la esclavitud egipcia. Por eso, su celebración se realiza en el marco familiar, con rituales que tienen mucho que ver con la libertad y el recuerdo, no sólo para contarle la historia a los hijos, sino también para reflexionar sobre él.
La celebración consiste en una cena llamada “seder”, cuyo significado en español es “orden”. Esto alude a los rituales que se siguen durante la comida, todos en una secuencia predeterminada que no debe alterarse. No hay otro jag cuya celebración deba seguir tantas normativas y tantos detalles. Pésaj se festeja comiendo matzá, también conocido como pan ázimo, se toman cuatro copas de vino y se prueban hierbas amargas, o maror, mientras se relata la historia de Pésaj.
El seder contiene una gran carga simbólica que ayuda a preservar fielmente el recuerdo de un acontecimiento repleto de valores, tanto morales como espirituales. Se ha celebrado así desde siempre, rindiendo homenaje a la libertad individual aun en épocas en las cuales esta corría peligro.
Para el relato de la salida del pueblo judío del Egipto de los faraones se lee la Hagadá. Esto puede hacerlo la persona que dirige el seder o se puede distribuir la lectura entre los miembros de la familia. La matzá simboliza el pan que comieron los hebreos durante el trayecto a la Tierra de Israel, cuando no había tiempo de dejarlo leudar. Por otra parte, el maror, también llamado hierbas amargas, alude a la amargura de la esclavitud. Cada una de las cuatro copas de vino simboliza una de las cuatro formas de liberación: “Os sacaré, os salvaré, os redimiré y os tomaré”. Pero no son sólo los rituales que la Ley ordena, Pésaj es también un momento para cantar las melodías tradicionales y probar las comidas típicas.
Es una oportunidad para reflexionar sobre las injusticias que ocurren en la actualidad y renovar las esperanzas de un futuro mejor para la humanidad.