Locales | 07 Abr El escenario “Jorge Gavary” brindó este año la posibilidad de apreciar los dos estilos de stand up, el uruguayo y el argentino, con la presencia de Maximiliano de la Cruz con su “Maxi Stand Up III” (el martes) y de Dady Brieva con su “Dadyman” (el miércoles).
Los dos shows tuvieron coincidencias y disidencias. Ambos partieron de recuerdos de familia e infancia, recordando anécdotas familiares, es decir partiendo de hechos reales, luego adaptados a las reglas de monólogos de humor.
La principal diferencia fue el punto de vista en que los artistas se acercaron al público. Lo de Maxi fue más ingenuo, lo de Brieva fue más popular, con lenguaje más subido de tono. Ambos espectáculos atraparon al público, pero sin dudas el mayor oficio en el escenario de Brieva hizo que dominara los tiempos y el escenario con una excepcional soltura. Lo que hizo en escena, sin ayuda de nada y con muy pocos elementos, fue realmente notable y permitió el disfrute de todos. Lo de Brieva fue el amigo que se encuentra con otros amigos y les cuenta su historia.
Maxi, en tanto, estructuró más su espectáculo, lo dividió y además le agregó números musicales, con la coreografía del sanducero Federico Lynch. Fue un buen espectáculo, sin duda alguna. No obstante, al comparar uno con otro, dejó por el camino el poder de la comunicación que se profundiza según pasan los minutos entre un monologuista y el público, aquello que descubrió y supo explotar tan bien hace años el chaqueño Luis Lansdriscina.