Paysandú, Martes 10 de Abril de 2012
Opinion | 03 Abr A propósito de reflexiones formuladas por el vicepresidente de la República, Cr. Danilo Astori, a El País, es posible percibir que desde su acceso al gobierno la izquierda ha tenido que dejar atrás algunas premisas que inevitablemente incluían sus líderes en sus discursos, con un perfil contestatario que se puso de manifiesto durante décadas de estar en la oposición. Ha sido un proceso de adaptación a los desafíos que plantea la denominada cultura de gobierno, es decir pasar de las palabras a los hechos, de las promesas a las realidades, y de las utopías que planteaban que era posible subir al mismo tiempo los salarios y bajar los precios, formular amplios programas de vivienda social y aumentar indiscriminadamente pasividades, a la vez de abatir impuestos, a ponderar cuales son los recursos disponibles y prioridades para hacer lo posible.
Entre desafíos y prioridades, surge que al cabo de siete años de gobierno, pese a contar con generosos recursos provenientes de los altos precios de nuestros productos de exportación, y consecuentes ingresos fiscales adicionales, todavía se está lejos de lograr el equilibrio fiscal y abatir decididamente los compromisos de deuda, además de establecer las condiciones indispensables para un crecimiento sustentable, que nos sitúe en la senda del desarrollo.
Y ello no se ha dado, lamentablemente, pese a haber gozado durante siete años de excelentes condiciones internacionales, es decir con la gran oportunidad para incorporar infraestructura y apuntar entre otros aspectos a la capacitación de la fuerza laboral para afrontar los desafíos del mundo moderno.
Es pertinente traer a colación conceptos vertidos por Astori en esta entrevista en el sentido de que “creo que en un horizonte razonable de tiempo, digamos 2012-2013, el país está en condiciones de mantener un crecimiento importante. Con una condición: en los últimos años ha crecido por encima de su potencial; eso no es sostenible en el largo plazo si no mejora sus propias capacidades. Dos ejemplos: debe mejorar la capacidad física, la infraestructura, los transportes, las comunicaciones, los servicios portuarios, la energía; y perfeccionar la calidad del esfuerzo laboral, lo que implica perfeccionar los recursos humanos, y en primer lugar el sistema de enseñanza. Esos son los flancos que debemos atacar y, para ello, este año 2012 es absolutamente fundamental”.
Aclaró que “este es un año que tiene que recoger y concretar procesos que se vienen gestando desde 2010. Por ejemplo, la renovación del transporte ferroviario, la renovación de la matriz energética (usina regasificadora, incremento de la generación eólica). Tenemos que lograr un equilibrio entre lo que hemos anunciado y diseñado, y lo que hemos convertido en cosas concretas. Para eso, este año es crucial”.
Es compartible asimismo que el ex ministro de Economía adelante que el gobierno va a recurrir a la participación del sector privado en el ferrocarril y otros emprendimientos, además de subrayar que “tenemos que estrenar este año la ley de Participación Público-Privada. Lo que no se haga este año será muy difícil concretarlo luego. El tiempo políticamente útil (no electoralmente útil) para hacer cosas en este país no es igual a cinco años. El año crucial es este 2012”.
Precisamente de lo que se trata es de que en toda administración existe un período de gracia otorgado por la ciudadanía y los actores políticos en los que es posible llevar adelante con menos contratiempos las políticas que definen las prioridades por cada gobierno, desde que a partir del cuarto año del quinquenio de la gestión, en un país altamente politizado como el nuestro, todo se mueve en función de la especulación política, tanto por el gobierno como por la oposición, y se trae a colación en cada decisión y debate el ponerse en el mejor perfil posible para las siguientes elecciones, apuntando a ganarse la tribuna y no a hacer las cosas que realmente deben hacerse para el país.
A eso se refiere Astori al señalar que este 2012 es un año crucial, donde es preciso utilizar adecuadamente los instrumentos para este fin, y es de esperar que así se entienda y se actúe por todo el sistema político, tanto por los que gobiernan como por los que están del otro lado del mostrador, de forma de encarar las reformas estructurales e inversiones que tanto necesitamos para despegar.
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