Paysandú, Miércoles 11 de Abril de 2012
Locales | 04 Abr “Se metieron con todo Queguay, no con una familia sola”, dijo a EL TELEGRAFO una de las manifestantes que estaba ayer de tarde en calle Ibirapitá y Arazá, detrás del cordón policial que impedía acercarse a la casa de la familia de “El Gordo”, el menor acusado del homicidio de Daiana Martínez. Y sus palabras mostraban claramente el sentir de la gente, que se agolpaba en la esquina. Sobre las 17 horas, al llegar EL TELEGRAFO al lugar, había algo más de 50 personas, en su mayoría mujeres y adolescentes.
La mudanza
A media cuadra, en la casa de la familia, trabajadores contratados cargaron dos camiones con todos los muebles de la casa, mientras había una camioneta policial en cada esquina --la de la comisaría Sexta y la de la subcomisaría de Lorenzo Geyres-- y un auto de Radio Patrulla frente a la casa, que fue a reforzar la custodia. Ocho agentes eran suficientes para que la gente, en todo momento respetuosa, solamente repudiara los hechos en forma verbal.
Los gritos de los vecinos eran claros en su mensaje. “Están ayudando a los asesinos”, “es una injusticia”, se escuchaba de voces masculina y femeninas. También hacia la Policía, en cuanto la gente sigue opinando que “tardaron demasiado en reaccionar, se demoraron y no hicieron nada al principio”, dijo otra de las manifestantes.
La familia ya se había ido del pueblo, y desde el día anterior se sentía que algo podía pasar si se quedaban en su casa, cuando escribieron la palabra “asesinos” en el frente de la vivienda.
Para las 18.30 ya el último camión estaba cargado y fue cuando sacaron una moto gris del interior de la construcción. “Esa es la moto del asesino”, dijo alguien y se sintió un griterío. Es que se supone que en ese vehículo fue trasladado el cuerpo de Daiana Martínez hasta el lugar en que lo encontraron, y era la moto que usualmente utilizaba “El Gordo”.
Los dos camiones salieron custodiados por los móviles policiales y la moto fue conducida por uno de los trabajadores contratados, que partieron raudamente del pueblo por un camino vecinal de tierra que conduce directamente hacia el Este, donde está la Ruta 3 y fueron seguidos por algunos vecinos en moto. Ya en ese momento la cantidad de vecinos que estaba en el lugar rondaba el centenar.
La familia de “El gordo”
En esa casa de calle Ibirapitá vivía “El Gordo” junto a sus padres y dos de sus hermanas, ya que la mayor hace tiempo se fue del pueblo. “Los XX (los llamaremos así) tenían caballos para carreras, y más que nada vivían de eso. El gordo los traía hasta el terreno del ‘Mister’ para que comieran”, dijo un vecino. “Pasaban mucho rato juntos”, aseguró.
La familia se mudó a Lorenzo Geyres hace unos 10 años, proveniente de Quebracho. Si bien algunos vecinos --particularmente uno-- se quejaron de algunas diferencias, en general era considerada una familia normal. La hija menor era precisamente la compañera de liceo y amiga personal de Daiana.
“Eran buenos clientes, y ‘El Gordo’ venía siempre a hacer mandados”, comentó Néstor Ferraz, cuyo comercio queda a poco más de una cuadra de la casa. “Tenían motos y compraban los repuestos acá, nunca tuvieron problemas. A veces ‘El Gordo’ venía a jugar al pool también”.
“A ese no lo conocía”, dijo cuando le preguntamos por “El Mister”. “Sé que vivía ahí a la vuelta, pero apenas lo traté alguna vez”.
“Algo raro había”
Consultados vecinos y familiares sobre por qué sospecharon de “El Gordo” y “El Mister” desde el sábado, varios dijeron que tenían datos del mal comportamiento del adolescente y el de 19 años. “El Gordo se había metido con una compañera de la hermana y de Daiana en ‘el puente’, adonde vamos casi todos cuando paseamos. Quería algo con ella, y hasta la amenazó si no lo hacía. Al final no pasó nada, pero dio qué pensar esa actitud. Además había otros comentarios sobre su relación con otras muchachas, y eran más graves”, dijo uno de los consultados.
Una señora que estaba allí, dijo también que “hace algún tiempo estaban siempre los dos juntos, ‘El Gordo’ iba todos los días a la casa de ‘El Mister’, y todo eso (y algunas cosas más que nos reservamos) nos hizo pensar que podían tener algo que ver”, como efectivamente fue.
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