Opinion | 08 Abr Las demoras en el cruce del puente internacional constituyen un problema complejo y conocido para quienes vivimos a uno y otro lado de la frontera. Durante el verano, debido a la afluencia de turistas y vecinos que cruzan hacia uno, varias veces se produjeron largas esperas que son un grave escollo para el turismo. Una nueva perla en este collar ocurrió durante la presente Semana de la Cerveza, cuando numerosas personas que pretendían el jueves asistir desde Argentina a los espectáculos del Anfiteatro tuvieron que soportar más de dos horas de esperas, lo que hizo que muchas de ellas no llegaran para ver a sus artistas preferidos.
Una vez más el puente en vez de favorecer el turismo, lo termina desalentando porque deja por el piso las expectativas de los visitantes que difícilmente quieran volver después de esa experiencia. No se trata de un tema menor, especialmente cuando se intenta atraer público de la vecina orilla y existe allí un interés genuino en venir debido a la relevancia de los espectáculos que aquí se presentan.
Mientras tanto, esta misma semana el Poder Ejecutivo envió al Parlamento un proyecto de ley solicitando la aprobación del acuerdo entre Uruguay y Argentina para establecer el reglamento para los Comités de Integración. La iniciativa constituye un conjunto de disposiciones tendiente a regular el funcionamiento de órganos encargados en la solución de problemas y promover el desarrollo geográfico de jurisdicción de los consulados de frontera.
El texto del proyecto indica que los Comités de Integración “tienen por objeto la coordinación bilateral destinada a proponer procedimientos y soluciones ágiles para contribuir al desarrollo social, económico, cultural, ambiental y turístico de las comunidades fronterizas, así como facilitar el tránsito y tráfico de personas, vehículos, bienes y servicios”.
Nadie duda de la necesidad de estos ámbitos para comenzar a instrumentar soluciones de fondo en problemas que hacen que muchas veces la integración sea más virtual que real. Son necesarios acuerdos, normas y regulaciones para encauzar un mejor funcionamiento hacia el futuro pero no se puede desconocer que hay problemas que exigen una solución ya y, evidentemente, las autoridades con competencia en el tema no han sido capaces de resolverlos. Por el contrario, lo que se ha hecho es poner paños fríos a una situación que data de largo tiempo, perjudica la imagen del país y para la cual todavía no aparecen soluciones efectivas.