Paysandú, Jueves 12 de Abril de 2012
Policiales | 09 Abr “Iba circulando con el taxi por Varela casi Colón, cuando un muchacho me hizo señas. Paré y me pidió precio para ir al vivero que está atrás del parque Civelli, en Ruta 3. Hice el cálculo por kilómetro para ir hasta el parque y después tomar el camino vecinal que llega al vivero. Le dije cuánto era, miró la plata que tenía en el bolsillo y dijo que fuéramos. Se subió en el asiento del acompañante. Antes de salir, saqué el cartel que va en el techo, que es imantado y con el viento se vuela. Subí al auto, me saqué la campera y me puse el cinturón. Empezamos a conversar de las forestales, del vivero y de los plantines, parecía un buen muchacho, bien presentable”.
Hasta aquí, puede ser un relato normal de cualquier viaje que hace un taxista sanducero de vez en cuando. Pero el final no es exactamente normal: “En ningún momento desconfié nada porque la persona no iba nerviosa, no usó el celular, conversaba normal. Pero cuando doblé para tomar el camino vecinal, vi una moto que estaba a unos 70 metros estacionada en sentido contrario a nosotros. Había una persona sentada de costado en el asiento de la moto. Cuando me faltaban cuatro o cinco metros, se tiró adelante del auto y alcancé a frenar. En ese momento, el que iba como pasajero me dio un codazo en la cara, en el pómulo”.
La inesperada violencia del golpe dejó desorientado al chofer y además se le cayeron los lentes. “Al momento que uno me pegó el codazo, el otro ya estaba abriendo la puerta de mi lado, me agarró del brazo y me sacó del auto. Me empezó a revisar los bolsillos, me sacó la plata y el celular. Mientras tanto el otro revisó la gaveta del auto, agarró el cable del micrófono de la radio que usamos para comunicarnos y al arrancarlo rompió el frente de la radio”, relató el chofer al TELEGRAFO.
Los delincuentes, que hicieron todo esto casi en menos tiempo de lo que lleva relatarlo, se subieron a la moto. Al pasar al lado, “me desearon suerte. Yo quedé parado al lado del auto, sin saber lo que pasaba”, contó el taxista. Cuando miró el camino por el cual se iban los rapiñeros, alcanzó a ver que “el que iba atrás en la moto tiró algo al lado del camino”. Más tarde, supo que era su celular, el cual encontró un compañero.
“una eternidad”
Una vez recuperado del sorpresivo ataque y robo, el taxista --sin celular y sin radio-- reaccionó y avisó a la base que estaba en problemas mediante un sistema interno de sonido. Quien recepcionó el aviso, informó del hecho a la Policía y a un compañero del taxista, quienes aparecieron rápidamente en el lugar --el taxi tiene sistema GPS--, pero no había rastros de los asaltantes.
“Fue unos pocos minutos, pero para mí fue una eternidad”, dijo el chofer. Y el hecho lo afectó física y emocionalmente: “No me concentro en la ruta, no tengo descanso porque me sobresalto a cada rato, y el médico forense me recomendó ir a Comepa y ya saqué fecha para ir”.
El violento asalto estaba bien pensado y destinado al primer taxi que pasara por ese lugar, que es un camino habitual de los taxis para la Terminal de Ómnibus. “Actuaron con mucha sangre fría, y en ningún momento me mostraron armas, fue solo el golpe y la sorpresa”, señaló. Pero le quedaron secuelas, ya que es operado en dos oportunidades del ojo derecho, donde le golpearon el pómulo, y le quedó “con algo de dificultad”.
antecedentes
recientes
En cuanto a los robos a taxistas, el chofer recordó que hace poco le ocurrió lo mismo a un colega en Casa Blanca, pero en ese caso subieron dos individuos al taxi y otros dos los esperaban en el pueblo. “En ese caso estaban con cuchillos, y le sacaron la recaudación. Pero a dos de los ladrones los agarró la Policía”, comentó.
Otro caso que recordaba fue un reciente arrebato cerca de Soriano y Vicente Mongrell, donde “metieron la mano por la ventanilla, le quitaron la billetera y desaparecieron”.
También el
sábado anterior
En una lamentable coincidencia como víctima, el chofer relató que el pasado sábado 17 tomaba mate junto a su señora en la misma zona del testimonio que presentamos en la edición del pasado domingo 26, en la Costanera Norte casi Estefanell. Pero en ese caso no fue rapiña, sino hurto.
Contó que estaba junto a su esposa, sentados en plegables y tomando mate junto al auto del lado del acompañante, cuando alguien le advirtió que --abriendo la puerta del conductor-- le robaron la cartera de la señora desde el vehículo.
“Fue en la misma zona que rapiñaron a esa pareja”, recordó el taxista, “cuando miramos y buscamos no vimos nada, solo el descampado que da para el barrio Curupí, que es por donde habrán salido corriendo”.
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