Opinion | 12 Abr A través del tiempo, desde el ágora griega al foro romano, incluidos los espacios públicos urbanos de las ciudades medievales, renacentistas y barrocos hasta nuestros días, el ámbito social que llamamos “plaza” se ha convertido siempre en un lugar de privilegio, donde los pueblos día a día van escribiendo su historia.
Las plazas no son sólo una de las estructuras urbanas iniciales de nuestra comunidad, sino también referencia y símbolo. Paysandú no escapó a la herencia de las Leyes de Indias por las cuales para la fundación de asentamientos humanos, se planteaba la plaza como centro estructural de nacimiento y desarrollo urbano. Es más, la historia de nuestra actual plaza Constitución está intrínsecamente vinculada a la historia del pueblo sanducero. Si bien ésta es una de las plazas más cuidadas de la ciudad, no todas tienen la misma suerte.
Las plazas son también espacios donde se manifiesta la crisis, e incluso la decadencia de una ciudad. Así es que el descuido, el vandalismo, la falta de seguridad, la exclusión (varias de nuestras plazas carecen de rebaje de veredas para sillas de ruedas) también son realidades cotidianas y muchas presentan una evidente falta de mantenimiento e incluso, de seguridad.
Un relevamiento realizado por EL TELEGRAFO sobre este tema, dejó en evidencia un descuido general de las plazas de la ciudad --que exhiben areneros sucios, falta de pintura en juegos para niños, pasto crecido en algunas, suciedad en otras, fuentes rajadas o con agua sucia—así como la inseguridad planteada por la falta de iluminación adecuada o la ausencia de vigilancia.
Resulta evidente que el gobierno departamental –que se encamina hacia su segundo año de gestión—no ha priorizado estos importantes espacios de convivencia y recreación ciudadana. Y no todo puede achacársele al vandalismo porque el pasto crecido o la suciedad de los areneros sólo puede explicarse por la falta de mantenimiento.
Al parecer, hay mejoras “en carpeta” para nuestras plazas pero mientras éstas se ponen en marcha, resulta necesario atender cuestiones básicas que no requieren más que el paso de una cuadrilla de limpieza en forma periódica.