Paysandú, Sábado 14 de Abril de 2012
Opinion | 12 Abr Una serie de elementos de significación pueden rescatarse de los conceptos vertidos a EL TELEGRAFO por el gerente general de Caja Bancaria, ingeniero Carlos Sarazola, jerarca de una empresa verdaderamente pionera en la explotación de la madera, que invirtió aportes del sector bancario en montes con destino de explotación cuando en nuestro país ni siquiera se hablaba todavía de la ley de desarrollo forestal, aprobada más de veinte años después que la Caja implantara miles de hectáreas de montes en la zona de Piedras Coloradas.
Actualmente, con 18.000 hectáreas forestadas, de las cuales 12.000 en Piedras Coloradas, la Caja ha logrado sortear con buena nota las dificultades que en el mercado maderero mundial surgieron a partir de la crisis de 2008, sobre todo porque se cayó el mercado de Estados Unidos, y ha logrado redireccionar su producción hacia países asiáticos donde la demanda no ha decrecido, e incluso se manifiesta muy sostenida en el caso de madera con cierto grado de tratamiento, como la aserrada con destino de mueblería para Vietnam.
Ya el hecho de no decaer en los últimos cuatro años, desde la crisis, estaríamos ante un logro muy significativo, y con mucha más razón aún lo es el haber multiplicado por ocho el volumen exportado desde 2007 a la fecha, al punto de salir 80 contenedores por mes a los mercados asiáticos.
Coincidimos con Sarazola en el sentimiento de legítimo orgullo que debe sentir un empresario cuando constata con sus propios ojos que la madera que sale del establecimiento de Piedras Coloradas es ofrecida en los comercios asiáticos al lado de las procedentes de abastecedores reconocidos como Canadá y Chile, lo que habla de un proceso agroindustrial muy aceitado y adecuado a los requerimientos de exigentes compradores, sin olvidar el aspecto fundamental de la competitividad que surge de la ecuación calidad-precio.
Naturalmente, merece consideración aparte el hecho de que se venda desde Piedras Coloradas madera para construcción de muebles en Vietnam, que los exporta a Estados Unidos y Europa, al amparo de bajos costos por la mano de obra barata y porque además los vietnamitas no han vacilado en firmar un tratado de libre comercio con sus ex enemigos en la política y la guerra, los Estados Unidos de América.
Es decir que Uruguay, donde se produce la madera, donde se le da el tratamiento necesario para abastecer con materia prima a fábricas ubicadas a más de 10.000 kilómetros para fabricar muebles en forma competitiva, por lógica debería tener las mejores perspectivas para hacer dentro de fronteras los muebles, carpintería de obra y otras posibilidades de elaboración para salir al mundo con productos terminados o semiterminados, que significaría fuentes de trabajo y reciclaje de riqueza dentro de fronteras.
Si no se ha hecho hasta ahora, es porque algo anda mal en el costo país, y sería oportuno que de una buena vez empresarios de los respectivos sectores de la cadena, junto a actores privados y representantes del gobierno, analicen el escenario a fin de evaluar y acordar la posibilidad de introducir posibles correctivos, ante la importancia de los emprendimientos que puedan forjarse con este objetivo.
Un elemento preocupante, sin dudas, lo constituye por otro lado el hecho de que el transporte carretero dentro de fronteras constituya el 75 por ciento del costo total del flete hasta Asia, lo que indica que trasladar los contenedores con madera 400 kilómetros en Uruguay triplica los costos de llevarlos en barco más de 10.000 kilómetros hasta Asia.
Aunque “la culpa” no es de los transportistas sino de los costos que manejan –debido al precio de los combustibles, repuestos caros, impuestos, salarios, cargas sociales, etcétera--, es evidente que pese a los avances que se han registrado en los últimos años, estamos todavía lejos de lograr la eficiencia logística que se requiere para movilizar cargas de gran volumen y peso y bajo valor relativo. Aún está ausente la red de ferrocarril que podría aportar un sustancial abatimiento de los costos, y a la vez se necesitan salidas fluidas hacia los puertos, como podría ser el de Paysandú, que contará con el valor diferencial de estar en condiciones de mover contenedores a partir de este año.
En el caso puntual de Caja Bancaria, el tiempo dirá si efectivamente le va a servir o no la eventual conexión carretera con el puerto sanducero, para llegar por vía fluvial con contenedores a Nueva Palmira o Montevideo, pero lo importante es contar con la oferta del instrumento para que la producción regional en sus respectivos rubros pueda potenciarse y competir con mejores posibilidades.
De eso se trata, pues, que la cadena productiva disponga de mejores oportunidades para competir, sea en el caso de la madera como los granos, los cítricos y otras producciones que se dan en nuestra zona, y para ello se debe trabajar por los actores públicos y privados para generar las condiciones que permitan que la competitividad también se pueda extender a la mercadería con valor agregado dentro de fronteras, que es todavía la gran materia pendiente en este marco de bonanza a le que la falta sustentabilidad.
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