Paysandú, Jueves 19 de Abril de 2012
Opinion | 16 Abr De acuerdo al análisis de “El Reporte Global sobre la Tecnología de la Información 2012”, un documento de 442 páginas del Foro Económico Mundial y de la Escuela de Negocios (Insaed), prácticamente todos los países latinoamericanos están muy por detrás de las naciones más conectadas tecnológicamente del mundo en su ranking principal de conectividad.
Según da cuenta el periodista internacional Andrés Oppenheimer, en artículo publicado en El País, este estudio coincide con el libro del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) titulado “Desconectados: habilidades, educación y empleo en América Latina”, que aporta una encuesta en la que los empresarios de Brasil, Argentina y Chile sostienen que su mayor problema de recursos humanos es encontrar jóvenes que sepan redactar un currículo, comunicar de manera eficiente un problema a su jefe y hasta llegar puntualmente a su trabajo.
Esos elementos son coincidentes para evaluar que las empresas latinoamericanas no pueden competir eficazmente en la economía mundial porque los sistemas educativos de sus países están totalmente desconectados de la realidad.
De acuerdo al informe, Latinoamérica “sigue sufriendo un importante retraso” en la adaptación de las tecnologías de información y comunicación que mejora la competitividad de los países en un mundo interconectado. Precisamente el ranking principal del informe comprende 142 países y está encabezado por Suecia, siguiéndole en orden decreciente Singapur, Finlandia y otros países europeos, en tanto Estados Unidos figura en el octavo puesto, y le siguen países asiáticos.
Debe tenerse presente además que si bien recientemente Brasil superó a Gran Bretaña como la sexta economía mundial, igualmente no figura en los primeros lugares de la tabla, desde que ocupa el lugar 65, y los países latinoamericanos en mejor posición son Barbados, en el puesto 35, Chile en el 39 y Uruguay en el 44, mientras que Colombia está en el 73, México en el 76, República Dominicana en el 87, Argentina en el 92, Perú en el 106 y Venezuela en el 107.
Subraya Oppenheimer, en base al reporte global sobre tecnología de la información, que “el pobre desempeño de los países de América Latina en el ranking se debe a “una débil base de capacitación de la población a causa de mediocres sistemas educativos que obstaculizan la capacidad de la sociedad para hacer un uso efectivo de las tecnologías”, así como la poca inversión en infraestructura de Internet de banda ancha y a climas empresariales desfavorables.
Además el estudio consigna que una de las principales debilidades de América Latina son sus sistemas educativos, que no producen la suficiente cantidad de jóvenes con habilidades mínimas para hacer uso efectivo de las tecnologías de la información. Paralelamente, el estudio del BID subraya que las escuelas secundarias latinoamericanas están totalmente desconectadas del mundo de los negocios, al punto que indica que “hay una urgente necesidad, no solo de enfrentar el problema de la calidad de la educación, sino también de la relevancia de la educación para facilitar la transición de los jóvenes al mundo empresarial”.
Como bien manifiesta Oppenheimer, en los países latinoamericanos el común denominador es la cada vez más marcada ausencia de una cultura familiar de la educación, lo que diferencia fundamentalmente a la región de los países asiáticos, donde por ejemplo el año lectivo tiene 243 días y en los países de nuestra región apenas tiene 180, con una gran concentración además en historia y humanidades, en lugar de ciencias y matemáticas.
Pero si nos atenemos al panorama en nuestro país, debemos añadir a la problemática la decadencia en valores en la sociedad y en el núcleo familiar, que hace que el punto de interés de los jóvenes se disperse en actividades que nada tienen que ver con capacitarse para enfrentar el futuro con mejores herramientas, y mucho menos se estimula el espíritu emprendedor, al punto que se privilegia la mediocridad y el igualar hacia abajo.
Peor aún, no solo tenemos problemas en el área de la capacitación para la adopción de las tecnologías de la información y comunicación, sino también en la preparación para el mundo del trabajo manual, de la mano de obra más o menos especializada en un sin fin de áreas para las que las empresas no encuentran trabajadores preparados o con una base adecuada para recibir instrucción ya en el propio lugar de trabajo.
Ello indica que más allá de la bonanza por los altos precios de los commodities que se producen en la región, debe trabajarse adecuadamente para poner al día los sistemas educativos, en una tarea que no debe ser solo de escritorio, sino que debe tener carácter proactivo con las empresas y el tramado socioeconómico, incluyendo tanto al sector estatal como al privado, para tratar de ponernos más o menos a tono con los que avanzan, en un objetivo que seguramente va a llevar más de una generación y para el que es preciso poner cuanto antes manos a la obra.
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