Opinion | 16 Abr Junto con la “foto de familia”, la Declaración Final es lo más tradicional de las Cumbre de las Américas, el foro continental que reúne a los presidentes de 34 naciones, con la exclusión desde 1963 de Cuba. En principio, la intención fue considerar temas diplomáticos o comerciales de dimensión continental, pero poco a poco se ha convertido además en un foro político.
Precisamente en la reunión de Cartagena de Indias, donde hasta la víspera tuvo lugar la Sexta Cumbre de las Américas, buena parte de América esperaba que el conglomerado de naciones sentara posición sobre tres temas de importancia. Por un lado, con el impulso de Argentina, se pretendía que se diera un apoyo explícito al reclamo ante Gran Bretaña por las islas Malvinas, según la nominan los argentinos. Por otro, la ausencia de Cuba en el foro regional y la falta de una política antidrogas común. Tanto se nota esa falta de acuerdo que no hubo una Declaración Final, en tanto faltaron tres de los 34 mandatarios y Cristina Fernández se retiró antes que concluyera. La intención del presidente anfitrión, Juan Manuel Santos, era que fuera la “cumbre de los resultados”, pero eso no ocurrió, y en cambio aparecieron los desacuerdos regionales.
“¿Quién iba a creer que aquí se iba a llegar a un acuerdo sobre las Malvinas o Cuba?”, dijo al final de la reunión Santos. La respuesta no es tan retórica en la medida que el gobierno argentino estuvo haciendo lobby para lograr el apoyo de todos a una fuerte demanda contra Gran Bretaña por la soberanía en las islas. De los tres grandes temas políticos, este es el de menor trascendencia, especialmente porque los habitantes de las Falkland (Malvinas) han expresado hasta el hartazgo que lo que quieren es vivir bajo soberanía británica.
Pero lo que llama la atención, lo que causa desazón, es ciertamente que los países del continente no hayan avanzado en la decisión de profundizar la lucha contra el tráfico de drogas y el cierre de bocas de producción. Este es un flagelo que golpea a todos los países por igual y precisamente el foro continental es el lugar desde donde todos los mandatarios pueden enviar un fuerte de mensaje no solo de rechazo sino de compromiso en una lucha conjunta contra el tráfico de drogas, dominado por poderosos “carteles”. No se hizo así, sino que se desperdició una enorme oportunidad.
Y esto, peor todavía, queda eclipsado por el desplante de Cristina Fernández o el anuncio de los siete países integrantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) de no concurrir a la próxima Cumbre si no participa Cuba, que sí integra el ALBA.