Paysandú, Domingo 29 de Abril de 2012
Opinion | 23 Abr Todo indica que el presidente José Mujica no se vino con las manos vacías de su reciente visita a Brasil, aunque siempre en estas cosas del Mercosur hay que tener cuidado y dejar un margen considerable para no ser impactados por algunas consecuencias de la imprevisibilidad de los dos grandes vecinos, sobre todo de Argentina.
Pero el punto es que el mandatario en su entrevista con Dilma Rousseff aparentemente obtuvo concesiones que permitirían por lo menos paliar algunas de las consecuencias del cierre del mercado argentino para muchos de nuestros productos, y eventualmente proyectarse en el “estribo” de Brasil, como le gusta decir a Mujica cuando en su gobierno se apela a la otrora tradicional política pendular de Uruguay hacia los dos grandes vecinos.
En este caso el péndulo está del lado de Brasil, donde se lleva adelante por lo menos una política económica mucho más realista que en la Argentina, llamando a las cosas por su nombre y no se es tan afecto a medidas populistas para las que luego no hay dinero para pagar.
Claro, no estamos solo ante problemas en la relación comercial dentro del Mercosur con los dos grandes países, sino que en una economía globalizada hay también elementos a tener en cuenta a la hora de nuestra inserción, sobre todo cuando nuestro país está perdiendo competitividad a ojos vistas, y no solo por la subvaluación del dólar, aunque este sea el elemento que recurrentemente está sobre la mesa.
Lo cierto es que Mujica anunció que el gobierno prepara un conjunto de medidas con el objetivo de paliar la baja del dólar y disminuir sus efectos sobre la competitividad de la industria y el sector exportador. El presidente dijo que “se deben estudiar con tiempo” y “cuidando la presión inflacionaria”.
“Por la competitividad del país estamos obligados a luchar para que el dólar no se hunda hacia abajo, como es la tendencia mundial. Tácitamente, bajar el precio de la moneda es una forma de proteccionismo del área desarrollada del mundo. Tenemos que tratar de contrarrestarlo”, señaló el mandatario. A su llegada desde Brasil y luego de mantener un encuentro bilateral con la presidenta Dilma Rousseff, el mandatario se negó a adelantar la política que se aplicará para contrarrestar la depreciación de la divisa.
“No lo voy a decir porque no es mi papel. No me corresponde. En general esas cosas cuando se anuncian ya se concretaron”, afirmó el presidente, pero poco antes ante la prensa de Brasil, Mujica había señalado que “se irá viendo alguna cosita”, pero “cuidando la presión inflacionaria. Algo hay que hacer porque si se nos cae el dólar tienen problemas los que exportan”.
Por su lado, con relación a la situación económica internacional, el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Gabriel Frugoni, explicó que la crisis que atraviesan los países desarrollados, el refuerzo de medidas proteccionistas y la emisión de dinero por Estados Unidos y la Unión Europea son perjudiciales para la región.
“Esto repercute inmediatamente en todo lo que es valor agregado en la región, particularmente en Uruguay”, afirmó. Frugoni explicó a Ultimas Noticias que el gobierno se propone “doblar la apuesta” en materia de integración productiva y de complementariedad en investigación y capacitación de recursos humanos. El jerarca recordó que Uruguay tiene la peculiaridad de que la mayor parte del valor agregado se exporta a la región y es “allí donde se debe potenciar su futuro valor agregado”.
Los problemas de competitividad del Uruguay respecto a la extrarregión se manifiestan desde hace tiempo, y si bien hay una depreciación del dólar a nivel mundial, es evidente que paralelamente en el Uruguay no se ha contrarrestado esta tendencia haciendo que bajen otros costos en la misma forma que el dólar, de manera que nuestros competidores no nos desalojen de los mercados en aquellas áreas en las que no tenemos ventajas comparativas para producir.
El mayor problema se manifiesta en aquellos sectores en los que se incorpora por lo menos algún valor agregado, debido a que en este caso se agregan costos inherentes a la mano de obra, las tarifas públicas, los impuestos y los insumos, como es el caso de la energía. A la vez, el dólar bajo está operando como neutralizador de una mayor inflación, y en caso de que se manejen alternativas que tiendan a manipular la divisa, de la forma que sea, habrá efectos inmediatos sobre la inflación, y con ello el peligro de una realimentación con expectativas que tiendan a acelerarla.
Es decir que los instrumentos que se utilicen para atender este dilema deben ser muy cuidadosos, desde que las respuestas realmente efectivas ante esta problemática, que son una mayor productividad y una reducción en los gastos del Estado, son aspectos que han quedado en el debe y no aparecen todavía con la prioridad que deberían tener.
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