Opinion | 26 Abr En pocas horas tendrá lugar la inauguración oficial del vivero Santana, en las cercanías de Guichón, así como el tramo de unos 14 kilómetros de la reacondicionada Ruta 4, que llega precisamente hasta este complejo agroindustrial de la empresa UPM/Forestal Oriental, en lo que constituye un acontecimiento revulsivo para una amplia zona, el departamento y la región, si tenemos en cuenta la proyección que conlleva.
Estamos ante una inversión del orden de los 18 millones de dólares, y consecuente empleo de mano de obra e infraestructura de la zona, a lo que se agregarán unos 140 empleos permanentes que dinamizarán una zona a la que no suelen llegar grandes inversiones, lamentablemente, y que son las que establecen polos de desarrollo que mejoran sustancialmente la calidad de vida de áreas rurales y localidades alejadas de las grandes urbes.
A la vez, a través de un convenio entre la compañía, la Intendencia Departamental --que tuvo intervención destacada para facilitar que la inversión se radicara en Paysandú-- y el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, se concretó un trabajo conjunto para reacondicionar un tramo de ruta cuyo estado dejaba mucho que desear, y que por lo tanto implicará un beneficio no solo para la empresa y el personal que trabajará en ella, sino también para los vecinos de la zona, que contarán con una mejor conexión para la salida de sus productos.
El complejo cuenta con un gran vivero, así como laboratorio y otras dependencias, además de invernaderos en los que se cultivarán sobre todo plantas de eucaliptos de la especie Dunii, mediante estacas, lo que implicará una generación de variedades adaptadas a nuestro suelo y clima para la obtención de mejores rendimientos en la producción maderera, en el marco de la búsqueda de la innovación constante en cuanto al empleo de ejemplares mejor adaptados a nuestras características y por ende de calidad y crecimiento más ventajosas.
No debe perderse de vista que no solo se trata de tener reproducción de plantines para forestar los predios adquiridos a esos efectos por las empresas forestales, sino a la vez llevar a cabo una permanente tarea de investigación en cuanto a la obtención de híbridos que conllevan mejoras en la ecuación calidad-rendimiento, desde que estas empresas forestales deben estar al día para hacer frente a una dura competencia internacional.
En el caso de Uruguay, el Dunii, como otras variedades, tiene la posibilidad de comenzar a explotarse a partir de los diez años para la producción de celulosa, lo que es muy buen crecimiento, por cierto, aunque menos que los pocos más de seis años que se necesitan por ejemplo en países tropicales como Brasil, pero con diferencias en cuanto a la fibra y otras características de la madera, que hace que en buena medida se compensen las diferencias por la brecha en el tiempo de crecimiento.
Por otro lado, más allá de la positiva repercusión de emprendimientos de este tipo en el departamento y la región, como es también el caso de las implantaciones forestales ubicadas en Piedras Coloradas y Orgoroso, entre otros lugares de Paysandú, es valedero que las empresas forestales, en este caso UPM/Forestal Oriental, reafirmen la visión de mediano y largo plazo por encima de las coyunturas, que es precisamente la razón de ser de las inversiones en este tipo de emprendimientos.
Precisamente a partir de la crisis de 2008 en Europa y Estados Unidos se ha verificado una caída en la demanda de madera, incluyendo a la propia celulosa, con precios que marcan descenso respecto a otros tiempos. Pero más allá de los avatares, las empresas del área forestal, por las características de sus fuentes de producción y mercados, trabajan con una visión que están por encima de los cortoplacismos, y redoblan la apuesta a que en el mundo habrá necesidades de celulosa y madera, como otras materias primas, que Sudamérica, la región y Uruguay están en condiciones de proporcionar a los mercados internacionales.
Es cierto, no solo de materia prima deben vivir los países del subcontinente, sino que además de estas inversiones es preciso poner énfasis en la incorporación de valor agregado, lo que constituye uno de los grandes desafíos que debe afrontar la región para que el crecimiento sea sustentado por desarrollo y consecuente evolución en calidad de vida.