Maldita inseguridad

Policiales | 29 Abr Tristeza, dolor e impotencia fue lo que vivió Sonia en una semana en la que su casa fue robada cuatro veces. Un mes y quince días fue lo que duraron ella y su esposo en el nuevo hogar que pretendían comprar en la zona de Bulevar Artigas, próximo al local Egeo.
Todo comenzó el miércoles de mañana en Semana de Turismo, cuando la señora salió de su casa por una hora y cuando volvió se encontró con que le habían hurtado varias cosas del garage. La pesadilla continuó el domingo cuando se alejó de su casa por una hora y media y al regresar se dio cuenta que le habían terminado de desvalijar el garage. Le rompieron los vidrios y por la ventana de la cocina le robaron electrodomésticos y todo el surtido.
“Ahí decidimos que me quedara en la casa con un revólver en mano”, contó Sonia a EL TELEGRAFO.
Pero la historia siguió y el miércoles le volvieron a romper los vidrios de la cocina mientras la señora se encontraba con su nieto en el interior de la casa. Todas las veces llamaron a la Policía, y “venía la Técnica pero nunca pudo hacer nada”, explicó. “Intentamos que el juez diera una orden de allanamiento porque me habían robado muchas cosas, pero el juez Pablo Dalera no quiso dar la orden. Sabemos los nombres de las personas que llegaron a la casa, que eran cinco”, comentó la señora.
Por las noches, personal de la Seccional Quinta patrullaba la zona cada hora para que la familia pudiera dormir tranquila porque, según expresó Sonia, estaban en un estado de shock. La pareja decidió que para terminar con el calvario se tenía que mudar y recién lo pudo lograr hace unos días, luego de conseguir a dónde ir.
El viernes antes de mudarse, cuando su esposo volvía al hogar para llevar una caja encontró que a la casa de su vecino les habían arrancado las ventanas, entonces les “tiró ocho tiros”. Al otro día, mientras aprontaban las cosas para irse de la casa y Sonia se encontraba dentro de ella, “volvieron a venir una parejita por el frente y otros dos por el fondo. Yo salí y tuve que tirar cuatro tiros y llamé a mi esposo para que vuelva urgente”, contó.
Esa misma noche ya pudieron dormir un poco más tranquilos en otra casa.
El domingo volvieron a ir a su ex casa, que “estaba bárbara” y pensaron “que todo terminaba ahí”, pero no fue así. El lunes, personal de la inmobiliaria les pidió las llaves para ir a mostrarle la casa a otras personas y se percataron que habían entrado por la ventana del fondo. Los amigos de lo ajeno se habían llevado el baño por completo y esa misma noche arrancaron las puertas, los marcos y hasta las alarmas. En conclusión, “la destrozaron”, dijo Sonia.
En total les robaron electrodomésticos, una soldadora, herramientas, carne que había en un freezer y el transformador de éste, una carpa, un juego de cubiertos, reproductor de DVD, un minicomponente, una pastera, la bicicleta de su nieto, ropa y zapatos, entre otras cosas. “Le he escrito a Jorge Larrañaga y al Presidente. Sabemos de otros amigos que les han pasado cosas similares, y esto no puede quedar así, es el sacrificio de la vida de uno”, expresó indignada la señora.
La intranquilidad y el temor vivido fue impresionante, a tal punto que “yo cocinaba con el revólver en la mano por miedo a que vuelvan a tirar un fierro por la ventana y no me podía ir de la casa para salvar lo poco que nos había quedado”, explicó.
La casa tenía rejas pero no fue impedimento para que ingresaran y destruyeran todo el hogar.
“La verdad que no me puedo quejar del accionar de los policías porque ellos siempre llegaron enseguida que llamé”, dijo Sonia. Sin embargo, pidió más seguridad y que alguien “haga algo” por ellos. “No soy la única a quien le ha pasado esto, estuvo mi vida en peligro, la de mi nieto y el juez no hizo nada”, concluyó indignada la señora. Dicen que la tercera es la vencida, pero para esta familia la vencida fue la cuarta vez que le robaron.