Paysandú, Martes 01 de Mayo de 2012
Opinion | 30 Abr El Liceo de Guichón es una de las ocho instituciones de Educación Secundaria que aplicarán en todo el país el programa piloto Pro-mejora, el que en sustancia apunta a dar más independencia a los centros de estudio para aplicar planes propios y específicos a efectos de cubrir falencias en el centro educativo, además de promover una mayor comprensión de los temas y de esta forma abatir el índice de repetición o deserción por el alumnado de los centros docentes.
Los liceos que participarán en esta experiencia son todos del Interior, desde que involucrará a los centros educativos de Guichón, Tomás Gomensoro, Nueva Palmira, Carmelo, Cebollatí, La Coronilla, Florida y Young, en tanto también participarán tres escuelas de Montevideo, además de centros de la ex UTU de Durazno, San Ramón, Salto y Castillos, además de los barrios de Malvín Norte y Paso Carrasco, de Montevideo.
La directora del Liceo de Guichón, Marta Juárez, en diálogo con EL TELEGRAFO, explicó que “en nuestro liceo, Pro-mejora no sale a pedido de la Dirección, sino de los docentes, que quieren un cambio, ver que se puede mejorar”, y a la vez consideró que “independientemente de todo lo que se diga del plan Pro-mejora, a nosotros lo que nos interesa es un apoyo para mejorar la calidad educacional”.
Los problemas más serios de este centro docente refieren a la comprensión lectora y a la enseñanza de inglés, pero cada liceo tiene sus propias carencias, por lo que el plan contempla que se elabore un plan específico por cada liceo, apuntando sobre todo a que los alumnos puedan seguir el ritmo de la enseñanza y paliar de esta forma las dificultades de aprendizaje y la consecuente deserción.
El Plan Pro-mejora nació a partir de una propuesta del consejero del Codicen, Daniel Corbo, representante de la oposición, y desde el principio ha recibido una feroz resistencia de los sindicatos de docentes de Montevideo, los que en determinado momento, en el marco de la lucha frontal contra la innovación, ocuparon el edificio del Consejo y lograron incluso evitar por la fuerza que pudieran adjudicarse horas docentes y cargos de dirección de los liceos, sin importar que había docentes que habían viajado más de 400 kilómetros desde el Interior a Montevideo para cumplir con este requisito.
Ello explica que no haya siquiera un solo liceo de Montevideo que se avenga a participar en esta experiencia piloto, y no es precisamente porque se tenga todo solucionado en cuanto a calidad de la enseñanza y la deserción en estos centros docentes, sino que se ha priorizado la lucha gremial, la visión capitalina teñida de fuerte contenido ideológico, contra un programa que al fin de cuentas en su modestia solo tiende a abordar desde un aspecto más o menos tangencial algunos de los serios problemas que tiene nuestra enseñanza.
Las expectativas podrían resumirse muy bien en las reflexiones vertidas por la directora Juárez a EL TELEGRAFO, cuando indica que los docentes de Guichón van por la positiva y a promover su propio proyecto para mejorar la calidad de la enseñanza en su ámbito, “porque cualquiera va del otro lado de la vereda con el termo y el mate y se pone a criticar, pero el asunto es estar de este lado de la vereda y ver cómo mejorar”.
Por supuesto, no habrá una mejora inmediata ni una respuesta a promover que sea la panacea para una problemática muy compleja, que además de las carencias propias de la enseñanza y la vetustez de los programas, incluye asimismo aspectos como la falta de valores en el núcleo familiar y el desinterés de muchos estudiantes en hacerse un lugar en la vida a través de la capacitación.
Pero fundamentalmente de lo que se trata es de trabajar sobre innovaciones y evaluaciones, y para ello las instituciones participantes deberán realizar en un plazo de tres años un diagnóstico y autoevaluación institucional para conocer la realidad del centro, elaborar un plan estratégico que establezca objetivos de mejora y de avance y planes a tres años con metas parciales a corto y mediano plazo.
Es inexplicable, salvo en la ceguera que surge de poner las cosas en blanco y negro, de anteponer intereses gremiales, sectoriales e ideológicos por sobre el interés general, el intento de los docentes --capitalinos fundamentalmente-- de boicotear el Pro-mejora y seguir como hasta el presente, solo pidiendo más y más recursos para atender las graves falencias educativas del país, cuando es notorio que las respuestas pasan por la gestión, por la reforma educativa y por más compromiso con las tareas docentes de quienes, con honrosas excepciones, anteponen la defensa de sus intereses.
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