Paysandú, Miércoles 02 de Mayo de 2012
Opinion | 25 Abr A su regreso de Brasil, el ministro de Industria, Energía y Minería, ingeniero Roberto Kreimerman, confirmó que entre los contactos de secretarios de Estado y técnicos de ambos países figuró la exploración de alternativas en el marco de la integración energética, incluyendo los biocombustibles, respecto a lo que en el vecino país hay una larga experiencia y avances tecnológicos muy significativos.
Tras el encuentro de ambos presidentes, se indicó que Brasil prevé cooperar con la investigación que realiza Uruguay sobre biocombustibles, y a nivel político se maneja la creación de un centro de investigaciones conjunto de ambos países, que estará especialmente enfocado en el estudio de los biocarburantes.
Kreimerman apuntó que el punto principal de consideración fue una oferta en el marco de las negociaciones para mejorar la integración energética entre los dos países, que fue presentado oficialmente durante la visita a Uruguay del ministro de Minas y Energía de Brasil, Edison Lobao, en marzo. De acuerdo al ministro, en este momento está a estudio de las empresas involucradas, en tanto enfatizó la experiencia de Brasil en el tema, desde que la vecina nación “tiene a esta altura más de 30 años de experiencia en investigación hecha en caña de azúcar para etanol”.
Igualmente, las investigaciones se complementarán con la ya existente búsqueda de variedad de diferentes insumos, y de una mejora de la productividad, por lo que la investigación comprenderá tanto temas de genética como de producción aplicada.
Ya el hecho de que se estén considerando aspectos inherentes a las energías renovables es un elemento a destacar en cuanto a estos contactos, que es de esperar fructifiquen en convenios que nos permitirían acceder a la vasta experiencia en materia de biocombustibles, aunque debe tenerse en cuenta que la realidad de esta alternativa en el vecino país no es la misma que en Uruguay, por los factores suelo, clima y escala.
Así, es indudable que los brasileños tienen muy buenos avances logrados en materia de producción de etanol en base a caña de azúcar, un cultivo que se da muy bien en su clima por ser propio de los países tropicales, donde no se registran heladas. Pero en el caso de Uruguay los rendimientos están muy por debajo de los brasileños, y consecuentemente la ecuación económica para producir biocombustibles sobre esta materia prima es marcadamente delicada, por decir lo menos.
En cambio es positivo que la investigación se extienda a otros cultivos que se dan muy bien en nuestro medio y que son apropiados para la obtención de etanol. Tenemos así un claro ejemplo en Paysandú, donde ALUR construirá una planta para la producción de bioetanol a partir del sorgo dulce, una variedad muy conocida por nuestros agricultores y para cuya producción contamos con ventajas comparativas.
Por lo tanto es preciso marcar diferencias sobre los acentos a poner en la búsqueda de materia prima, y para ello es fundamental contar con la investigación aplicada a nuestra realidad, que es precisamente uno de los aspectos positivos de esta idea, sobre todo para un país como Uruguay, donde la investigación propia, en base a nuestros parámetros, es uno de los aspectos que tenemos en el debe desde hace muchos años.
El jefe de Negocios Agroindustriales de Ancap (empresa que realiza las investigaciones de ALUR), Nicolás Guchín, señaló que los montos de inversiones para investigaciones en Uruguay son muy bajos en comparación con la experiencia brasileña, y este aspecto conspira contra el desarrollo de complejos productivos más eficientes y convenientes desde el punto de vista económico. Mencionó además que entre las alternativas figura la eventual utilización de celulosa como productora de biocombustibles, en tanto este año comenzarán pruebas en base al uso de algas como insumo principal, en el marco de la búsqueda de diversificación de insumos para la producción de bioetanol, y una disposición similar debería procurarse en lo que refiere al biodiesel. De lo que se trata entonces es de incorporar la investigación aplicada como un componente permanente de nuestra producción, en este caso de biocombustibles, aprovechando experiencias como la brasileña en este caso puntual, pero sobre todo dotando a esta área de más recursos materiales y humanos, teniendo en cuenta que forma parte de una necesaria inversión en desarrollo de tecnologías para potenciar ventajas comparativas del país.
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