Opinion | 25 Abr Aunque el presidente Mujica ha catalogado de “falsa” la noticia, desde Brasil los principales medios de prensa, como la poderosa O Globo, insisten en que nuestro país está próximo a comprar un avión para su uso exclusivo. Sería la primera vez que nuestro país tendría un avión presidencial, pero el tema ya fue considerado durante el gobierno de Tabaré Vázquez y descartado por las críticas recibidas.
Lo que sí ha aceptado Mujica, es que su par brasileña le ha ofrecido la venta de un Embraer 120, bimotor turbohélice, tecnología que ha caído en desuso tras la aparición de los reactores. También ha indicado que Brasil está dispuesto a financiarlo. El avión tiene un alcance de 1.400 kilómetros, por lo que solamente podría ser usado en el ámbito regional y aún así limitado si no se realizan escalas.
Actualmente, el presidente Mujica utiliza un Embraer EMB 120 Brasilia, para vuelos de corto alcance y para vuelos internos un helicóptero Eurocopter Dauphin, operados ambos por la Fuerza Aérea Uruguaya. Ninguna de estas aeronaves es un avión presidencial, pues cuando se los necesita y están operativos son usados en otras misiones.
En un plano ideal, no parece mal que el presidente de Uruguay tenga su propio “Fuerza Aérea Uno”, especialmente en una época en que los viajes presidenciales son frecuentes, con intenciones de hermanar pueblos o de ampliar mercados.
No obstante, en el caso particular de este avión, hay que tener en cuenta que debido a que es de vieja tecnología, su mantenimiento anual es de 2,5 millones de dólares. Esto, en un país cuya fuerza aérea apenas puede mantener en vuelo un puñado de aeronaves de combate, todas con más de cuarenta años de servicio, parece claramente un despropósito Dicho sin siquiera considerar el precio de compra del aparato (que no ha sido divulgado) ni los costos conexos que tendrá, entre ellos el seguro y el flyaway cost o costo de despegue.
Es buena cosa que nuestro presidente y su equipo de gobierno viaje con seguridad y comodidad. Pero en una economía tan ajustada como la nacional, y con un crecimiento lento, tan cansino como el propio país, es necesario priorizar gastos. Si de ello se trata, la defensa del espacio aéreo está muy por encima de un avión presidencial. No para defendernos contra ataques de naciones, porque felizmente ese escenario está muy lejos, pero si para plantear una lucha más efectiva, por ejemplo, al tráfico de drogas ilegales.
Y si se quiere quedar bien con el vecino y comprarle aviones, entonces mucho antes que un avión para Mujica, debe pensarse en reemplazar los vetustos aviones de la FAU por aviones más modernos, como por ejemplo el EMB-314 Super Tucano, el EMB-312 Tucano y el AMX, todos ellos de fabricación brasileña.