Opinion | 28 Abr En las últimas horas se conoció que el número de desempleados aumentó en España en 365.900 personas en el primer trimestre de este año, hasta alcanzar las 5.639.500 personas, lo que significa un 24,44% de la población activa y una nueva cifra récord en este índice, que es claramente una muestra del nivel de la crisis económica en esta nación europea.
Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicada este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE) español, en los tres primeros meses del año la ocupación disminuyó en 374.300 personas hasta situar el número de trabajadores en 17.433.200, con un índice de actividad del 59,94%, en tanto la cifra de hogares españoles con todos sus miembros desempleados fue de 1.728.400, es decir 153.400 más que en el trimestre anterior.
Según estos datos, solo en los tres primeros meses del año se ha superado el índice de paro previsto por el gobierno en su cuadro macroeconómico para 2012, situado en el 24,3%, y en el caso de los trabajadores extranjeros, con 67.400 parados más respecto al trimestre anterior, hasta sumar 1.293.100, se llega a un índice de paro del orden del 37%.
No son datos tranquilizadores, por cierto, ya que indica que recién se está llegando al pico de la recesión española, cuando hasta hace pocos meses muchos creían que lo peor ya había llegado y que comenzaría una lenta recuperación.
Tampoco son tranquilizadores los datos que llegan de otras naciones europeas, desde que la media de desempleo de la Unión Europea es del 10,2%, pero con picos como Grecia, donde el desempleo es del 21%; y Portugal, que tiene un desempleo del 15%, países ambos que tuvieron que ser rescatados y sus cuentas están bajo supervisión internacional.
Desde América Latina, donde lamentablemente hemos tenido ciclos de crisis más graves incluso que los que están afectando al Viejo Mundo, no podemos menos que solidarizarnos con familias que se han visto envueltas de un momento a otro en una situación de esta naturaleza, aunque salvando siempre las diferencias de que no es lo mismo el desempleo en Europa --con subsidios de unos mil dólares para quienes están en esta situación en muchos casos y según el país-- que en Uruguay, por ejemplo, donde realmente se sienten los efectos del drama familiar de no contar con ingresos suficientes y tener una calidad de vida ya de por sí muy inferior a la de Europa.