Paysandú, Domingo 06 de Mayo de 2012

Nuevos mercados para reducir los riesgos

Opinion | 04 May Los avatares que impone el Mercosur, fundamentalmente por decisiones del gobierno argentino, a los empresarios uruguayos que un día sí y otro también enfrentan serias dificultades para colocar su mercadería en el país vecino, ha sido determinante para que decididamente el empresariado de nuestro país ponga sus ojos en el otro gran vecino, el Brasil, como destino de sus producciones, y por cierto que en esta coyuntura no le ha ido mal a los exportadores que han actuado de esta manera, aunque en gran medida forzados por las circunstancias.
De la misma forma lo percibe el gobierno que preside José Mujica, el que al mismo tiempo que mantiene contactos fluidos con la presidente Cristina Fernández en procura –hasta ahora sin éxito-- de que se deje entrar a ese país la mercadería que desde hace meses espera luz verde ante las barreras proteccionistas que ha dispuesto Buenos Aires, lleva adelante una apertura hacia el Brasil, con visitas del mandatario y encuentros con Dilma Rousseff en una política pendular que marca fuertemente al país norteño como el mayor socio comercial a esta altura.
Mujica compartió en las últimas horas un almuerzo con empresarios y autoridades de su gobierno, oportunidad en la que en un breve discurso llamó a apostar por Brasil. Dijo que es “la potencia emergente del Atlántico sur” y que su gobierno “tiene voluntad política” de trabajar con Uruguay. “Torpes de nosotros si no sabemos aprovechar esa oportunidad”, sostuvo.
El presidente uruguayo no ocultó en este encuentro su visión sobre la importancia que ha cobrado Brasil para nuestro país en cuanto al intercambio comercial, teniendo en cuenta su característica de potencia emergente y vecina. Convocó por lo tanto a apostar al país del norte en materia de comercio, circulación de bienes y personas, a la vez de instar a dejar de lado los “nacionalismos pequeños” y buscar un nacionalismo latinoamericano.
No le falta razón al mandatario, solo que como ocurre en una región tan peculiar como la nuestra, que tiene una coyuntura de bonanza en base a las exportaciones de sus commodities, hay que ir despacito por las piedras, y tener especial cuidado en no comprometer en demasía el intercambio comercial con una sola nación, por más cercana que sea.
También es cierto que Estados Unidos, que hasta no hace mucho era uno de los principales socios comerciales del Uruguay, tiene sus miras puestas en comerciar con países emergentes del Pacífico, y que corresponde aprovechar el crecimiento brasileño y su enorme potencial para “subirnos al estribo”, como gusta decir el mandatario, para ir en ancas de esta nación emergente.
Pero como ocurre en el relacionamiento comercial entre países, no se trata de compartir solidaridades sino intereses, y en el caso brasileño abundan los ejemplos en que los vecinos han puesto de manifiesto que ante todo anteponen su suerte a la de los acuerdos, aunque no de la forma en que lo ha hecho Argentina, y todavía está cercana la maxidevaluación del real brasileño de 1999, cuando --como ahora-- numerosas empresas jugadas el todo por el todo a colocar sus bienes en Brasil quedaron de un momento a otro sin poder concretar los negocios y en muchos casos tuvieron que cerrar sus puertas, con el consecuente desempleo de miles de personas.
Y si bien es compartible que, ante la incertidumbre en Argentina, Brasil surge como una opción natural, no puede obviarse que Uruguay, como país pequeño, antes que seguir en la tesitura de buscar los facilismos de un mercado cercano y receptivo por ahora, debe tender a diversificar sus destinos, aunque en principio primen los problemas de competitividad tanto en el costo de producción como por los fletes originados en la mayor lejanía de los mercados.
Así lo hizo ver incluso el presidente de la Cámara de Comercio, Marcelo Lombardi, al enfatizar que si bien los comentarios de Mujica son resultado de que “hoy tenemos las puertas muy cerradas pero abiertas con un gigante como Brasil, con el que hay un canal muy fluido para resolver las problemáticas”, igualmente Uruguay “debería buscar también otros mercados para disminuir riesgos”.
Es que precisamente pese a tener las “puertas abiertas” ahora, Brasil no tiene ningún empacho en ser proteccionista cuando le asoma alguna dificultad en el horizonte, y debe tenerse especial precaución en el caso de un país pequeño como Uruguay en no hacer que el remedio resulte tan malo como la enfermedad. Por lo tanto el énfasis debe ponerse en no jugar todas las fichas a un solo país y en lo posible buscar acuerdos bilaterales de libre comercio, para no quedarnos con las manos vacías cuando alguno de nuestros vecinos sufra algún traspié que nos pueda arrastrar.


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