Paysandú, Lunes 07 de Mayo de 2012

Escribe el Doctor Rodolfo Canabal

En torno a la necesidad de recuperar el nivel de eficacia de la Educación Pública

Locales | 30 Abr Los problemas de la educación pública en general, y fundamentalmente el de la necesidad de asegurar su eficacia, no ha sido ajeno a las preocupaciones expuestas en esta columna. Y ello, ciertamente, tiene plena justificación, y concuerda con lo que es también preocupación de muchos compatriotas; también dio lugar a que se realizaran acuerdos interpartidarios que buscaron concretar cambios tendientes a mejorar la prestación de la función educativa a cargo de los organismos públicos que dirigen tan importante sector nacional.
Como se expresó aquí en la nota inserta en la edición del 14 de junio de 2011, se comparte, entre otros, el concepto sustancial que está en la base de tales acuerdos: el que considera que la educación es la principal política social de un país, por ser la que permite que se cumpla cabalmente el concepto constitucional del artículo 8º de la respectiva Carta, el cual, basado en el principio de que todas las personas se encuentran en un plano de igualdad, agrega que no reconoce “otra distinción entre ellas sino la de los talentos y las virtudes”.
La educación, en verdad, es sin ninguna duda verdaderamente esencial para que los jóvenes puedan encarar su lucha en la vida con éxito, y si se tiene presente el grado de eficacia que, en general, se había logrado darle, es sin duda poco explicable, y como entonces se dijo, hasta insólito, que haya llegado hoy a ser una de las más agudas preocupaciones que en el país se advierte el bajo nivel al cual, a su respecto, se ha descendido, algo que está fuera de toda controversia. Y confirma tal realidad, entre otros motivos, que hasta se halla propuesto rebajar el nivel de aprendizaje exigido para lograr la aprobación necesaria para el pasaje de grado.
Tal realidad, como entonces también se expresó en esta columna, no es una situación a la cual se arribó súbitamente, ni que haya sido recién advertida; es resultado de un largo proceso que se debe procurar revertir con la mayor urgencia posible, máxime si se tiene presente que tal tipo de mejoramientos no es en absoluto posible lograrlo en poco tiempo, sino precisamente todo lo contrario, pues llevará años su obtención. La decisión de abordar en este momento tal tema surgió a través de lo que ha trascendido en fecha reciente al publicarse el 28 de abril próximo pasado, en el diario El País, la nota informativa que se resumirá en lo esencial, publicada bajo el siguiente título: “Deserción del 70 porciento en formación docente amenaza sistema educativo”.
Se trata de un relevamiento que el Consejo respectivo entregó al integrante del Codicen, consejero Daniel Corbo, en el cual se informa que la deserción promedio en los más de veinte institutos de formación docente es grande, y en algunas materias, como es el caso de las matemáticas, alcanza al 90 porciento de los alumnos. En la opción “Informática” del Instituto Normal de Enseñanza Técnica, donde se forman los maestros técnicos para UTU, que es una de las más demandadas, ingresaron 417 alumnos en 2008 y quedaban solo 31 en 2010. Es sin duda un factor limitante para extender los cursos la falta de formación suficiente de docentes especializados. Se expresa que, según informó Corbo, hay materias que comienzan con 400 alumnos y terminan con cinco o seis.
Expresa también que “el número de egresos es tan pequeño, son cuatro o cinco por año en algunas materias, que no logran siquiera cubrir la gente que se jubiló el año anterior”; por ello, agregó, “en algunas materias o departamentos, la disponibilidad de docentes no va a alcanzar a cubrir los cargos”. Este año y el anterior en Primaria quedaron “numerosos cargos de suplencia sin cubrir”. Señaló asimismo la relevancia desfavorable que tiene al efecto el Plan de Estudios de 2008, en proceso de reformulación, pues “generó una sobrecarga tremenda de horas” y una adición de hasta 11 o 12 materias por año. Tal reformulación, agregó, “va con enorme lentitud”. Ello ha dificultado además que quienes trabajan puedan ingresar a los cursos en razón de la sobrecarga de materias teóricas.
No es menester agregar nada más para explicar la verdadera urgencia que existe, no sólo para corregir un plan de estudios que ha causado tantos inconvenientes, y que ha incidido tan aguda y negativamente para crear limitaciones para la formación indispensable de docentes, en número suficiente para el correcto y eficaz desarrollo de tales cursos. Estos inconvenientes se suman, según es fácil advertir, a otras circunstancias negativas, muchas de índole administrativo, como es el caso de las deficiencias que imponen reparaciones, muy demoradas, en numerosos locales de enseñanza, cuestión que ha tenido amplia divulgación pública en fecha reciente, todo lo cual revela la necesidad de encarar con prudencia, pero con energía, la corrección de estos muy graves problemas, que hasta pone en duda si no es menester importante la renovación del equipo que integran quienes dirigen actualmente los entes de enseñanza pública. No es agradable exponer los precedentes conceptos, pero si se tiene la convicción de que son ajustados a la realidad no sería leal abstenerse de hacerlo.


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