Paysandú, Martes 08 de Mayo de 2012
Opinion | 07 May La senadora Lucía Topolansky aseguró --en más de una oportunidad-- que busca la adhesión al Frente Amplio de los integrantes de las Fuerzas Armadas. Apoya su tesitura en el hecho de que “hemos mejorado muchísimo los salarios” militares. A la agencia argentina Telam agregó que quiere modificar los planes de estudio de los militares con el fin que superen lo ocurrido antes y durante la última dictadura donde claramente muchos de quienes están hoy en el gobierno eran entonces “el enemigo interno”.
No quedan dudas que dentro de las Fuerzas Armadas hay quienes apoyan al Frente Amplio a través de sus diversos sectores. Lo mismo pasa en todos los estratos y ámbitos de la sociedad uruguaya. Del mismo modo, en todos lados hay seguidores del resto de los partidos políticos, aun de los más pequeños.
Ahora, la intención de la esposa del presidente Mujica parece ir mucho más allá. Habla de una adhesión corporativa a un partido político. Y en este caso qué partido es lo de menos importancia, ante lo primordial, que es tener fuerzas armadas leales y contestes solamente a una opción partidaria.
Es cierto también, para no pecar de ingenuos, que dentro de las Fuerzas Armadas debe ser donde menos partidarios tiene el Frente Amplio. Es la propia senadora Topolansky la que subraya esto a través de la idea que las Fuerzas Armadas han sido tradicionalmente formadas “ideológicamente” para reconocer en la actual fuerza política de gobierno en su “enemigo”. Y para erradicar ese concepto de una vez por todas, parecería que habría que llevar a cabo una suerte de revolución educativa a nivel militar, a fin de erradicar o al menos cambiar sustancialmente la manera en que las Fuerzas Armadas eran formadas y educadas en el pasado. Pero resulta absolutamente inaceptable que para solucionar el entuerto se quiera “convertir” a los militares a un partido político. Eso viola todos los principios fundamentales del hombre, comenzando por el libre albedrío. Y viola todos los principios constitucionales. Si por vestir un uniforme militar hay que ser --para el caso-- frenteamplista, entonces lo que se está elaborando es una herramienta para perpetuarse en el poder, por encima de los designios del voto popular.
La esencia de la profesión militar es el servicio a la nación a través de las armas. No es estar al servicio de un partido político, sea cual fuere ese partido. Llama poderosamente la atención que la senadora Topolansky ponga el ojo en los militares con la intención de convertirlos al Frente Amplio. Podría haber pensado en los maestros o profesores, por ejemplo. Pero no, puso el ojo ahí donde están las armas. Mala cosa cuando quien ha sido electa por el pueblo por un determinado periodo de tiempo, comienza a pensar en la conveniencia de quedarse en el poder. Mala cosa.
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