Paysandú, Sábado 12 de Mayo de 2012

Más interrogantes que certezas en Europa

Opinion | 12 May Los vientos de crisis que azotan Europa –una crisis bien a la europea, por cierto, y no al grado del nivel del piso que tienen las de América Latina, por ejemplo-- han sido gravitantes para que los gobiernos de varios países estén zozobrando, en unos casos removidos en forma aplastante por la expresión ciudadana, y en otros tratando de formar coaliciones o convocando a elecciones anticipadas ante el descontento popular.
Por supuesto, las crisis, aunque no sean originadas por problemas en el propio país, no son el mejor escenario para seguir en el poder, y así, recordando la célebre frase del ex presidente Bill Clinton, podemos resumir que “es la economía, estúpido” la que define la situación.
Por tanto no puede extrañar que Rodríguez Zapatero debiera salir aplastado por un enorme aluvión de votos en contra, en favor de la derecha, mientras que más recientemente, en Francia, saltara a la presidencia el socialista Hollande, aunque en este caso con escaso margen sobre el saliente Nicolas Sarkozy.
Es decir que estamos ante enroques entre derechas e izquierdas, por esquematizar las cosas, lo que indica que la crisis no tiene signo y sí el común denominador del descontento de muchos ciudadanos ante la adversidad, que buscan el desahogo en el voto castigo.
Pero en el caso europeo no se juega solo la suerte de un país, sino que estamos ante un bloque que tiene una moneda común y una unión aduanera, con compromisos a cumplir en materia de disciplina fiscal, de forma que el acuerdo no se desvirtúe y la caída puntual de una economía no tenga el efecto de arrastre sobre el resto del bloque.
Solo así se explica el auxilio que se ha tributado a Grecia, con severos condicionamientos en austeridad, en costo social, como también ocurre con España e Italia, en tanto desde Alemania la canciller Angela Merkel, líder de la UE y estableciendo un eje Berlín - París, con el saliente Sarkozy, también había comprometido a Francia en el marco de austeridad que se considera como el único remedio posible para poner los pies sobre la tierra y recomponer las economías degradadas.
La irrupción de Hollande en Francia, precisamente, con su antecesor Sarkozy como sostén de las políticas promovidas por Merkel, pone sobre la mesa una gran interrogante, porque el discurso del electo jefe de Estado francés se basó en guardar distancia de la austeridad que recorre Europa de la mano de esta crisis, y en cambio ha sostenido que tiene una fórmula mejor, que es la de reactivar la economía aumentando el gasto, parar empezar la recuperación con crecimiento.
Hollande propone –por lo menos así lo dijo en la campaña electoral- renegociar el pacto europeo, sobre otras bases más a tono con la idea del Partido Socialista francés, pero entre sonrisas y algunas evasivas, desde Alemania se ha dejado traslucir que el pacto no se toca, luego del trabajoso acuerdo alcanzado, desde que una fuga implicaría el fracaso total y empezar de fojas cero.
El desenlace de este trance que atraviesa el Viejo Mundo se conocería entre el 16 de este mes cuando se reúnan Merkel y Hollande, y el 23, cuando se realice la cumbre informal de jefes de Estado convocada por el Consejo Europeo para discutir las medidas a adoptar a fin de retomar el crecimiento.
De todas formas, la política es el arte de lo posible, y difícilmente se deje que alguien salga totalmente derrotado de una cumbre, y mucho menos la segunda economía europea, por lo que ya ha trascendido que Hollande se podría llevar a su favor medidas que serían una “lavada de cara” al pacto ya acordado sobre la base de la disciplina fiscal, aceptando determinados programas de estímulo a través del Banco Europeo de Inversiones y el viejo esquema de utilizar fondos estructurales.
Lo que sí es seguro, es que la fiesta del gasto desmedido, a cuenta de que Dios proveerá, como se había hecho en la mayoría de los países europeos, tirando el déficit fiscal para adelante, hasta que la burbuja estalló, ya es historia en el Viejo Continente, porque la que manda es la realidad y no se puede engañar a todos todo el tiempo. Hollande deberá dejar sin cumplir muchas de las promesas que formuló para captar votos, porque no se puede repartir lo que no se tiene, y deberá ajustarse para conciliar las promesas con lo posible. Algo que está muy lejos, por cierto, de la concepción socialista de aumentar el gasto público para reactivar la economía, política que sin embargo llevó adelante España y que sólo logró enterrarla aún más, poniéndola en un callejón sin salida al no contar con la posibilidad de devaluar la moneda. Es que esa es la forma más fácil de “bajarle el sueldo” a todo el país, que gasta por encima de sus actuales posibilidades, aunque antes le sobraba plata y la desocupación rondaba el 5 por ciento. Pero el Euro manda y los países de la Unión Europea solo tienen una opción real si desean mantener el bloque: ajustarse el cinturón.


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