Paysandú, Domingo 13 de Mayo de 2012
Locales | 08 May En esta columna se ha abordado varias veces el tema de los servicios ferroviarios, que existen en el país desde mediados de la segunda mitad del siglo XIX, que contribuyeron muy eficazmente para impulsar el progreso nacional pero que, no obstante, diversos factores y también errores en la conducción gubernamental incidieron para que, desde hace ya mucho tiempo, el alto grado de eficacia al cual habían alcanzado se perdiera y ello por tanto justificara que se reclamara su rehabilitación. Por ello hoy, ante expresiones del Presidente Mujica que publica El País del lunes reciente, en las cuales afirma que tales servicios “deben estar funcionando para el 2014” y agrega que “tenemos que sacar el grueso de la carga por esa vía”, induce a reiterar algunos conceptos a su respecto.
El ferrocarril es indispensable precisamente para las cargas pesadas, que son las que en la actualidad no pueden utilizar sus servicios en la medida en que sería necesario hacerlo, con muy graves consecuencias para el buen mantenimiento de las carreteras, pues ellas son severamente afectadas por los camiones que las transportan con cargas pesadas. Además los buenos servicios ferroviarios son necesarios para una adecuada organización logística que sirva de conexión de puertos y centros urbanos nacionales.
Como también aquí se ha expresado, entre las cargas muy pesadas que es necesario trasladar actualmente por carretera, pero que en altos porcentajes deberían ser llevados por ferrocarril, está el material forestal, que según es sabido se ha incrementado muy intensamente en los últimos tiempos.
En comentario del 11 de febrero de 2011 se glosó aquí la opinión de un técnico que expresó que recién ahora se empezó a ver con conciencia el transporte ferroviario y su necesidad ante la “explosión” que ha tenido el país en los últimos años; dijo que falta desarrollo de los puertos para sacar la mercadería al exterior, y afirmó que “el ferrocarril le puede cambiar la vida al país, sobre todo para la radicación de proyectos, porque para transportar grandes volúmenes no hay cosa más eficiente que el ferrocarril”.
Emerge por tanto muy claramente la necesidad, en verdad indispensable, de restaurar los ferrocarriles, algo que además es urgente, por la gravitación que su ausencia tiene para las rutas nacionales, pues se deterioran agudamente con el creciente tránsito de camiones con cargas pesadas.
Es cierto que la restauración de los servicios ferroviarios exige un aporte financiero muy grande. Pero tal aporte es, en primer lugar, absolutamente indispensable, por serlo la restauración de tales servicios. En segundo lugar es menester tener en cuenta que tal restablecimiento de servicios proporcionará al país muy grandes beneficios en materia de buenos transportes, también en materia de logística.
Pero además de contribuir por los motivos ya señalados a la conservación de las carreteras nacionales, lo cual es muy importante, contribuirá a abatir en cifras altas lo que desde hace ya varias decenas de años se está gastando en tal recuperación vial.
Muy sintéticamente expuesto, son los fundamentos básicos que explican el inmenso error que significó dejar prácticamente inexistentes los servicios ferroviarios nacionales, y la tremenda urgencia que existe para que sean restaurados para que puedan aportar al país sus indispensables y urgentes servicios.
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