Opinion | 13 May El domingo anterior, en nuestra revista QUINTO DÍA, se publicó una nota que da a conocer un hecho que muchos sanduceros desconocían. Nos referimos a la existencia de un cuadro de Juan Manuel Blanes, el “Pintor de la Patria”, sobre la Defensa de 1864/65.
Se trata, como se establece en el artículo, de una obra de extraordinario valor, en especial para Paysandú, por varias razones fácilmente apreciables.
El sólo hecho de tratarse de un trabajo de Juan Manuel Blanes, quien produjo obras como “Artigas en la Ciudadela”, “El Juramento de los Treinta y Tres” o “Fiebre Amarilla”, por nombrar solamente unos pocos ejemplos, ubica al denominado “Ataque General a Paysandú” en la cúspide de la plástica americana.
También se debe establecer que el óleo, que representa el ataque a Paysandú el 1º de enero de 1865 por el conjunto de fuerzas aliadas de mar y tierra, es considerado la primera pintura realizada por Blanes con tema de la Historia Nacional Uruguaya.
Por otra parte, y muy especialmente, debemos recordar que esta creación del artista está basada en hechos cuyos resultados apreció personalmente.
Como informa el artículo a que hacemos referencia, pocos días después de la caída de la plaza, “Blanes registró todos los elementos que podrían servirle para componer los lienzos que pensaba pintar, inspirado en cualquiera de los múltiples episodios de la refriega”; “Fue al solar donde habían fusilado a Leandro Gómez y sus oficiales”; “Observó en la esquina de 18 de Julio y Montevideo, el lugar preciso donde frente a la casa de de Doña Justa Rocha, Lucas Píriz había sido mortalmente herido de bala en el vientre”; “Realizó un croquis del corralón donde a Emilio Raña lo alcanzara el disparo de fusil que sería fatal unos días después y con sendos apuntes registró en su cuaderno las ruinas impresionantes de la Iglesia, de la Jefatura de Policía y del Baluarte de la Ley”; “El espectáculo que mostraba la ciudad recién caída fue descripto por Blanes, en una carta a un amigo, en estos términos: ‘El aspecto de este pueblo, sólo se disimula llorando’”; “En esos días ya había comenzado la tarea de restaurar y refaccionar mientras que en varios casos se procedía a enterrar en el cementerio a los muertos que aparecían sepultados entre los escombros cuando estos eran removidos”; “Al partir Blanes a Buenos Aires llevaba consigo balas, cartuchos, un fragmento de mármol de la estatua de la Libertad abatida por una bala de cañón en la Plaza Constitución y otros elementos”.
Como informa el artículo, el cuadro fue comprado por el General Venancio Flores quien se lo obsequió al Barón de Tamandaré, jefe de la fuerza brasileña atacante, quien a su vez se lo regaló al entonces Emperador de Brasil, Don Pedro II.
Es así que hoy esta obra de altísimo valor histórico y humano para Paysandú se encuentra, presumiblemente, en un oscuro depósito de un museo brasileño donde nadie puede apreciarla y menos aún percibir el mensaje de honor y valentía que mostraron al mundo los heroicos defensores sanduceros.
Todos estos hechos nos hacen concluir en que sería lógico y justo que el Brasil, en un gesto de amistad y respeto, tomara ese óleo y lo obsequiara al pueblo de Paysandú porque es mucho más que una pintura de un destacado artista.
Es sencillamente una expresión plástica del coraje y el arrojo de un millar de combatientes que durante treinta y tres días resistieron el asedio de fuerzas que los superaban en una proporción superior a diez a uno y con armamento infinitamente más poderoso.
Ese cuadro está compuesto con la sangre que derramaron tantos de los nuestros, con el fuego que arrasó con muros y cuerpos pero no pudo aplacar el valor y la determinación de quienes se sabían defensores de la legitimidad.
Seguramente todos los sanduceros pensamos por igual que debemos lograr que esa imagen que nació de la Heroica Paysandú venga definitivamente a ella para ser admirada y respetada por ésta y las próximas generaciones.