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Paysandú, Martes 15 de Mayo de 2012

MORTANDADES FUERON
POR BAJAS TEMPERATURAS

Los peces del río Uruguay no están contaminados pero hay nuevas amenazas

Locales | 14 May A diferencia de lo que ocurre en el Río de la Plata y el Paraná, la riqueza pesquera del río Uruguay no está amenazada por la contaminación. No obstante, hay otros problemas que afectan la calidad del agua de los cuales es necesario ocuparse, entre ellas la eutroficación del agua y las floraciones algales, según lo expresado a EL TELEGRAFO por el licenciado Alberto Spinach, del Instituto Nacional de Pesca de Argentina y asesor de la Comisión Administradora del Río Uruguay.
El especialista afirmó que los estudios científicos realizados evidencian que las mortandades de peces ocurridas en los inviernos de 2007 y 2010 tuvieron alcance regional y fueron producidas por las bajas temperaturas.
La mayoría de las 150 especies identificadas son provenientes de la región amazónica, que llegan hasta esta zona como límite máximo de su dispersión, lo cual explica su baja resistencia al frío.
MORTANDADES POR FRíO
“Los dos episodios de mortandades de peces de mayor magnitud fueron los del invierno de 2007 y 2010, los cuales se analizaron en profundidad y la conclusión es que afectaron peces juveniles con baja resistencia la frío”.
“Las mortandades que se produjeron en esta zona del río Uruguay estuvieron relacionadas con otras que se produjeron simultáneamente en la región, incluso en las mismas latitudes en aguas marinas”, agregó.
En este sentido, dijo que episodios similares ocurrieron en la Cuenca Baja del Plata, comprendiendo a Bolivia, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, incluso en las mismas latitudes en aguas marinas”, indicó.
“En los dos casos, aunque con mayor intensidad en 2007 coincidió con una ola de frío extremo que se movilizó desde el sur y abarcó toda esta región en pocos días, con temperaturas mínimas récord para los últimos 50 años.
“La CARU cuenta con una red de sensores de temperatura y se pudo medir la evolución de los cambios de temperatura en el agua, que se producen con un cierto retraso en relación a lo que ocurre en tierra y sin llegar a mínimos tan bajos como en la superficie. Los registros muestran que en el agua hubo temperaturas por debajo de los niveles de tolerancia de algunas de las especies propias del río Uruguay”, dijo.
Explicó que la mayoría de las especies, fundamentalmente las que tienen importancia pesquera, son originarias de zonas tropicales o subtropicales y tienen un área de dispersión cuyo límite es nuestra zona. Otras no llegan hasta aquí porque su tolerancia de temperatura se los impide. En tanto, hay otro grupo que hacen migraciones y están en esta región en primavera y verano pero en otoño e invierno migran aguas arriba.
“Esta área es importante para la alimentación de las especies debido a la riqueza de la materia orgánica depositada por el río y sus cadenas tróficas pero ese desplazamiento es a riesgo de encontrarse con temperaturas inferiores a las de tolerancia de la especie”, explicó el científico. Agregó que en los dos casos, las mortandades se produjeron después de crecidas importantes. “Las crecidas favorece la reproducción de muchas especies, entre ellas el sábalo. Tanto en 2007 como 2010 había una enorme cantidad de peces juveniles y si bien las condiciones de temperatura no fueron suficientes para matar a todos, un pequeño porcentaje que murió por esa causa llamó mucho la atención”.
“Es cierto que puede haber otros factores de estrés para los peces pero en estos casos fue muy claro que el alcance regional de la mortandad fue determinado por las temperaturas bajas”, sostuvo.
En este sentido, señaló que aun en invierno hay muchas especies en el río, como el pejerrey, lenguado y corvinas, que no fueron afectadas por las mortandades. “Nosotros, que hacemos muestreos simultáneos, encontramos que esas especies son un componente importante de la fauna íctica del río Uruguay pero no aparecieron entre los peces muertos. El pejerrey, por ejemplo es la segunda especie en importancia y es sensible a otras posibles causas de moratalidad como contaminación o alteración de la calidad del agua y no apareció. Los que morían eran juveniles de especies que estaban en el límite de su dispersión, es decir, peces de aguas más cálidas”.
PECES NO ESTÁN CONTAMINADOS
Respecto a la calidad del agua del río Uruguay en lo que refiere a la contaminación química de origen agrícola o industrial, el científico aclaró que los peces no están contaminados y que los estudios que periódicamente se hacen sobre contaminantes --como los agrotóxicos y contaminantes industriales llamados bifenilos policlorados-- indican que están en muy baja concentración.
“Podría haber algún caso puntual de mortandad aguda por un vertimiento puntual pero no son una carga crónica para los peces. Esos son de los niveles más bajos de lo que uno puede encontrar en ríos, en contraste a lo que pasa en el Río de la Plata o el Paraná”, destacó.
Agregó que los peces del río Uruguay tienen un circuito propio y tampoco son contaminados en otras zonas.
No obstante, señaló que “en algunos casos, como los análisis que hizo Vida Silvestre en los Esteros de Farrapos se detectaron mortandades específicas, posiblemente determinadas por el mal uso de la fumigación o mal lavado de envases u otros elementos utilizados”.
“Mortandades localizadas si pueden tener su origen en episodios de ese tipo. Luego de ese caso, en el marco del muestreo regular que realizamos desde la CARU se analizaron peces de las inmediaciones de Nuevo Berlín para ver si era una zona sensible de contaminación y se encontraron tasas mucho más bajas que los niveles de protección para el consumo humano en Estados Unidos y Europa”.
Spinach explicó también que hay otros aspectos relacionados al río “que sí son un problema” y están relacionados al balance de nutrientes y floraciones algales. “Ese es un problema relacionado con las actividades antrópicas y eutroficación del ambiente y es algo de lo que hay que ocuparse”, dijo. En su opinión, debería tratarse de poner un freno a la eutroficación, es decir, al ingreso de nutrientes que no son los que naturalmente están en el medio acuático. “No es fácil pero se pueden tomar decisiones para tratar de minimizarlos”, puntualizó.


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