Opinion | 17 May En el correr de la última década --o quizás menos-- se ha venido consolidando una conducta antes inexistente pero que hoy resulta cotidiana: utilizar el celular en todas partes. Son realmente escasos los ámbitos en los que los teléfonos móviles están absolutamente prohibidos y cuando esto sucede generalmente es por motivos de seguridad, como los que refieren, por ejemplo, a las instituciones bancarias.
En otros lugares ya casi ni llama la atención que suene un celular, siendo una práctica generalizada que los asistentes a conferencias y reuniones no apaguen el dichoso aparatito durante las mismas. En ese caso, así como en otros, deberían primar las reglas de cortesía y respeto social, aunque eso no siempre sucede.
Sin embargo, más grave y peligroso es que el celular sea utilizado cuando circulamos por los espacios públicos en carácter de peatones o conductores.
No hay que hace mucho esfuerzo para encontrar cada día ejemplos de imprudencias tales como conducir un vehículo hablando por celular o escribiendo mensajes, e incluso lo hacen motociclistas y ciclistas.
En otros lugares del mundo esas prácticas están totalmente prohibidas y son sancionadas severamente. Sin ir más lejos, enviar un mensaje de texto mientras se camina por la calle fue declarado ilegal en Nueva Jersey, Estados Unidos, donde esta acción se penaliza con una multa de 85 dólares, equivalentes a unos 1.700 pesos uruguayos.
De acuerdo a información de la policía del Estado, el año pasado hubo 74 accidentes de tránsito causados por peatones distraídos por estar enviando mensajes de texto. En tanto, un estudio realizado por la Universidad de Stony Brook concluyó que la gente tiene dificultades para caminar en línea recta mientras envía mensajes de texto.
Por acá parece que aún estamos a años luz de ese tipo de reglamentaciones --y sanciones-- pero al menos congratula saber que la Dirección de Tránsito ha endurecido su política de aplicación de multas especialmente en lo referido a utilizar el teléfono celular mientras se conduce.