Opinion | 20 May Más de 40.000 jóvenes se presentaron al llamado realizado por el programa “Yo estudio y trabajo”, para ocupar 600 cargos como becarios en empresas del Estado.
El objetivo es ofrecer una primera experiencia laboral formal a jóvenes estudiantes de 16 a 20 años que no cuenten con experiencia previa de trabajo, generando habilidades básicas para desempeñarse en el mercado laboral, exigiendo y asegurando la continuidad en el estudio. En este sentido se espera también brindar un sostén económico para que los jóvenes continúen estudiando, e incentivar a aquellos que no estudian ni trabajan a que retomen el estudio, por ser ésta una exigencia para participar del programa.
El abandono y rezago educativo de los jóvenes constituyen dos preocupaciones fundamentales que emana del estado de situación del sistema educativo. En el tramo de 12 a 14 años se observa una tasa de asistencia mayor al 90%, sin embargo en el tramo de edad de 15 a 17 años la tasa de asistencia desciende considerablemente siendo el 75,5% para el año 2010. Pero además mientras que el 97,6% de los jóvenes pertenecientes a los hogares de mayores ingresos asiste a la educación, en los hogares de menores ingresos solo asiste el 63,3%.
En los últimos años vemos a una reducción histórica de la tasa de desempleo, que en 2011 se ubicó en 6% para el total de la población. Sin embargo, las tasas de desempleo que enfrentan los jóvenes son mayores, tanto en esta coyuntura histórica como en el pasado. Según los datos de 2011, la tasa de desempleo de los jóvenes menores de 25 años (17,4%) es casi tres veces mayor a la tasa de la población general, siendo a la vez superior en el caso de los jóvenes que estudian que en los jóvenes que no estudian.
Esto implica la existencia de restricciones en el mercado laboral para la incorporación de jóvenes, a la vez que la imposibilidad de acceder a primeras experiencias laborales que los enriquezcan mientras estudian. La “democratización” de los mecanismos de inserción laboral es un viejo reclamo que han realizado jóvenes uruguayos en los últimos años, convencidos de que no solo necesitan una oportunidad sino tienen mucho que aportar a un sistema que históricamente los ha marginado. En consecuencia, así como es bienvenido el programa “Yo estudio y trabajo”, será igualmente interesante seguir de cerca su desarrollo y resultados.