Opinion | 23 May En Paysandú, como en el resto del país --y seguramente el mundo entero-- hay elementos de uso público que tienen muchos años y que si no son debidamente mantenidos pueden ocasionar peligrosas emergencias. Lo ocurrido en la víspera fue una emergencia, aunque no de mucha monta. Pero sí que puede y debe servir de advertencia.
Como es detallado en páginas de información, una columna de alumbrado público se desplomó a media tarde, cayendo su parte superior, donde está ubicada la luminaria, sobre un vehículo estacionado. Hubo suerte en la medida que al momento del accidente no había actividad en el tránsito sobre esa calle, Montecaseros.
Con más de cuarenta años de instalado, ese sistema de columnas, que se encuentra en varias calles de la ciudad, necesita de un mantenimiento periódico.
Pues, solamente de manera parcial se ha hecho. Del mismo modo que parcial ha sido la sustitución, algunas en la administración Lamas, algunas en la administración Pintos. También parcial ha sido el refuerzo de las bases de estas columnas, que son las que primero se ven afectadas por el paso del tiempo y especialmente de la humedad (junto con el oxígeno), que genera corrosión, atacando al metal.
El accidente de la víspera fue probablemente una advertencia. Una con suerte porque no hubo víctimas ni lesionados. Pero claramente deja en evidencia que se hace imprescindible que se impulse decididamente una tarea de contralor de las columnas de alumbrado de este tipo. La Intendencia de Montevideo lo está haciendo también. Para el caso utiliza un scanner que hace un pequeño agujero en la columna, por donde ingresa una pequeña cámara que ve el estado de conservación por dentro e incluso puede tomar medidas de la columna. Eso determina si el estado es el adecuado y eso indica si hay que retirarla o repararla.
Sin dudas, un equipo de este tipo tiene su costo. No obstante, y teniendo en claro que el problema no es responsabilidad de una administración municipal en particular sino de todas las que han pasado en los últimos treinta años, hay que considerar qué es lo más barato. Si correr el riesgo de nuevos accidentes --que además de posibles lesionados sin dudas acarrearán juicios civiles onerosos-- o si adquirir el equipamiento necesario para hacer con celeridad y con responsabilidad un análisis pormenorizado. La seguridad primero. Simplemente eso.