Opinion | 22 May En el mundo, uno de cada tres adultos tiene presión arterial alta, una condición que causa alrededor de la mitad de todas las muertes por accidente cerebrovascular y enfermedad cardíaca, según el informe Estadísticas Sanitarias Mundiales 2012 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que también indica que uno de cada diez adultos tiene diabetes.
Este informe es una evidencia del dramático incremento en las condiciones que desencadenan enfermedades cardíacas y otras enfermedades crónicas, en particular en los países de bajos y medianos ingresos, dijo la doctora Margaret Chan, Directora General de la Organización Mundial de la Salud.
La epidemiología de la hipertensión arterial a nivel mundial muestra, desde hace ya varios años, que se diagnostican la mitad de los casos, se tratan la mitad de los casos diagnosticados y se logra el control en poco más de la mitad de los casos que se tratan. En tanto, las mejores estrategias sanitarias han logrado modificaciones modestas de esta realidad y están lejos de lograr la conformidad. En Latinoamérica, en las últimas décadas se vive una transición epidemiológica que va desde el predominio de las enfermedades agudas (en su mayoría infecciosas y transmisibles) al franco predominio de las enfermedades crónicas no trasmisibles, entre las que se ubica la hipertensión arterial, una enfermedad crónica que interacciona con otras enfermedades crónicas de alta prevalencia como la diabetes, el sobrepeso y la obesidad, el tabaquismo y las alteraciones de los lípidos, entre otras.
La hipertensión arterial también tiene muy alta prevalencia en la población adulta del Uruguay la cual se estimó en cifras de 30 a 37%, lo que implica que también en nuestro país una de cada tres personas la padece.
Lo interesante es que todos podemos prevenirla e incluso, ser promotores de salud. La realización de ejercicio aeróbico, el consumo moderado de sal de sodio, el cese del tabaquismo y controles periódicos son herramientas efectivas. Pero además de los esfuerzos individuales por cambiar hábitos y adoptar un estilo de vida más saludable, la industria alimenticia también tiene un rol importante en esta cuestión aumentando la oferta de alimentos bajos en sodio y en calorías.