Paysandú, Jueves 31 de Mayo de 2012
Opinion | 25 May Las dificultades en generación eléctrica han regresado esta vez ya antes de que se inicie el invierno 2012, con UTE habiendo consumido las dos terceras partes del presupuesto previsto por el ente en materia de generación, por lo que queda con un tercio para hacer frente a la mitad del año en que estamos a punto de entrar en los primeros fríos de la temporada, que es cuando se registran los picos máximos de consumo.
Una película repetida, lamentablemente, pero que igual nos “sorprende” tanto en invierno como en verano, porque simplemente el país no cuenta con un respaldo de generación a las represas sobre el río Negro y el río Uruguay, y nos hemos dejado estar en materia de incorporación de potencia de reserva para hacer frente a estas contingencias. La combinación de falta de agua en los embalses y la demanda adicional de invierno –los máximos de verano ya casi igualan a los del invierno, debido al consumo de los equipos de aire acondicionado, sobre todo-- ponen al desnudo una realidad que no solo revela fracasos en políticas energéticas, sino que en gran medida las inversiones que se han hecho tampoco han sido las adecuadas, desde que se incorporaron equipos térmicos de consumo excesivo y a la vez se mantienen como respaldo motores obsoletos con un alto costo del megavatio hora por su elevado consumo de petróleo.
En tanto, los países vecinos están en la suya, cuidan sus intereses, la energía eléctrica que nos venden es cara, y pese a que nuestros requerimientos comparativamente son una gota en el mar de los suyos, igualmente hacen valer nuestra necesidad cobrándonos un ojo de la cara la energía que nos venden, naturalmente que por culpa nuestra. Y en el caso puntual de Argentina, ésta además impide que Paraguay nos provea de energía barata, puesto que por el transporte de la electricidad a través de sus líneas –algo que es indispensable porque no tenemos frontera con el país mediterráneo— cobra tanto o más que lo que nos cotizan el megavatio los paraguayos.
El déficit entre demanda y oferta no se generó de un momento a otro sino que se ha ido acrecentando con el paso de los años, porque se ha carecido de visiones y políticas de mediano y largo plazo, y en el caso de la reconversión a energías renovables, en los últimos años UTE perdió un tiempo precioso dándole largas a las licitaciones de ofertas de proyectos de generación.
Es decir que no corresponde cargarle las culpas a este gobierno exclusivamente por falta de previsión, aunque sí tener presente que con una coyuntura económica muy favorable y consecuentes ingresos adicionales, se ha vivido un buen momento para promover inversiones que permitan contar con energía disponible en el momento en que más la precisamos.
En esta coyuntura de déficit el gobierno ha apelado una vez más al ahorro por los consumidores, es decir una medida lógica ante hechos consumados, pero que pone de relieve fallas de previsión cuando había la posibilidad de contar con respaldo propio para no depender de la buena voluntad de los países vecinos.
En este contexto, UTE, además de exhortar y promover el ahorro energético en domicilios y empresas, también apunta a que se haga lo propio por los grandes consumidores, en base al planteo formulado por el Ministerio de Industria, Energía y Minería. El ente convocó a cámaras empresariales y al sector comercial y de servicios a una reunión en la que fue expuesta la situación energética y las medidas dispuestas para que los empresarios se sumen a la iniciativa, teniendo en cuenta que representan el grueso de la demanda de energía del país.
Esta medida se suma asimismo al ahorro compulsivo aprobado recientemente para los organismos del Estado, por lo menos en los papeles, donde se prevén sanciones en caso de no reducir el consumo en un diez por ciento, con la posibilidad de llegar al corte de energía durante cinco días, llegado el caso. Mientas tanto, generadores privados por biomasa se sienten discriminados por UTE, desde que el precio del mercado spot, es decir a demanda, que paga el organismo, está topeado en los 250 dólares, cuando la energía que se importa desde Argentina o Brasil y la que se genera por las usinas a petróleo, supera largamente esta cifra. Estamos por lo tanto ante un elemento distorsivo, si se tiene en cuenta que se necesita toda la energía que se pueda generar dentro de fronteras, y cuando quien la produce dentro de fronteras y la vende a UTE, que debería ser estimulado, se encuentra con que su energía vale menos que la que se compra afuera del país y que la propia que produce el organismo en sus generadores a petróleo.
Esta arbitrariedad es evidentemente un aspecto negativo en la política energética, que en este caso puntual se suma a los errores que se han cometido durante muchos años, y que nos han dejado en este estado de cosas, por falta de inversión.
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