Paysandú, Viernes 01 de Junio de 2012
Locales | 27 May Quebrando una lanza
por la escuela pública
Yo también me siento “sumamente dolorido, indignado y apenado”, pero en mi caso es por el tono, por los conceptos y sobre todo por el desconocimiento de los hechos y a partir de allí el error para discernir responsabilidades de quien firma Señora afiliada a Comepa. Convivo con una persona con rasgos de autismo --mayor ya--, patología que sI es de diagnóstico complejo en la actualidad cuando se detecta precozmente, resulta difícil definir a esta altura debido a lo progresivo del desarrollo de la misma. Más allá de lo estricto de la definición, tengo claro que el primer grado de integración se da en el seno familiar. Comprendo las reacciones del entorno directo, emocional sobre todo ante actitudes de la sociedad que suelen ser más que discriminatorias, incomprensibles.
Es relativamente nueva la caracterización del autismo, el abordaje del tratamiento e inserción social --entre ellos la integración a nivel escolar-- presenta nuevos desafíos. La escuela pública dispone de institutos destinados a atender lo que se denomina “especiales” y que contempla una multiplicidad de patologías escasamente especificadas y que merecerían una mayor diversificación para tratar --valga la redundancia-- más específicamente cada caso. Desde que surgieron estos institutos ha quedado demostrado que son insuficientes. La demanda es cada vez mayor, porque las familias --cuando son conscientes-- comprenden que deben buscar ayuda para mejorar la calidad de vida del niño y su perspectiva futura.
Sin embargo es necesario encauzar adecuada y racionalmente la demanda. No es posible que luego de peregrinar por los institutos privados sin aceptación, se recurra a la escuela pública, luego de vencidos los plazos de inscripción y procesada la consiguiente distribución de recursos humanos y físicos, como si ella fuera un salvavidas al que se apela como último recurso, utilizando métodos para sensibilizar a la opinión pública, que se transforman en extorsión por afectar la imagen de la escuela pública.
La integración de un niño autista en una escuela común no puede darse sin una planificación rigurosa que contemple al conjunto, teniendo en cuenta que la integración comprende al integrado y a los integradores y es un desafío a resolver por el maestro junto con la clase. Conocemos innumerables casos de integración, con resultados variables, pero no hay quien discuta que es un camino que debe recorrerse con responsabilidad, con gran compromiso (también de la familia), evitando propuestas insensatas como la de pretender equiparar a la escuela con una “guardería” preparada para “cambiar pañales”.
Lo que sorprende y mucho, es el silencio de la Inspección Departamental (una especie de autismo institucional), frente a una especie de campaña que lesiona en primer lugar a Directores y Maestros de probado compromiso con la educación y por extensión termina involucrando a todo el sistema público.
¿Es que no tiene nada que decir? ¿Es que escondiendo la cabeza en el hoyo como el ñandú y no viendo el problema, éste dejará de existir? ¿Es que se espera que la tormenta pase? ¿No será que esta actitud sólo lleva al deterioro de la relación escuela-comunidad, por la vía de la pérdida del respeto y el aprecio hacia el maestro?
Yo también me siento dolorido cuando veo que quien debe asumir la responsabilidad de aclarar las cosas no lo hace y permite que el señor rumor siga ganando su partido.
Hijo de la escuela pública
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Cronología de una
muerte anunciada
El caos se ha vuelto algo a lo que nos estamos acostumbrando. No se han apagado los ecos de los problemas en la educación, mucho menos se han solucionado cuando ya ha estallado otro polvorín, esta vez en el sistema carcelario. Si se continúa agregando presos a las cárceles como si fueran un barril sin fondo, se convierten en una bomba que más tarde o más temprano estalla. A esto hay que sumarle una guardia totalmente insuficiente, mal paga, sin la preparación necesaria y que no es rotada en cortos lapsos de tiempo. Las celdas deberían ser más pequeñas, alojando entre dos y tres presidiarios, no más, no solo por ellos, sino para poder ser dominados sin problemas por una guardia reducida.
Creo que no quedan dudas de quién manda en las cárceles de nuestro país. Amotinarse, fugarse, drogarse, violar, matar al que deseen, hasta se puede dirigir por celular bandas que operan en el exterior como si fuera una oficina de coordinación, todo es factible sin que en muchos casos ni siquiera se intensifique la pena, además qué es lo que van a hacer afuera que ya no puedan hacer adentro.
Muchas veces pretendiendo cercenar los derechos de los civiles a tener armas, se dice que los delincuentes se hacen de las mismas robándoselas a estos. Ahora yo me pregunto: ¿Cómo se hacen de armas de fuego los presos? Tal vez se pensaban que siempre las utilizarían para sus guerras particulares y así había sido hasta este momento, pero era solo cuestión de tiempo para que ocurriera la muerte de un policía.
Por más que no nos guste, también hay que gastar en el sistema edilicio y tecnológico de las cárceles con controles y castigos estrictos cuando no se cumple con lo reglamentado, tanto para los presidiarios como para la guardia, para su propio bien.
Guardia que debe ser rotada para que no se transformen en un preso más, además de ser instruida y psicoanalizada regularmente para poder desempeñarse en un trabajo tan delicado como peligroso, lo que también ameritaría tener un plus en sus sueldos por el período que se encuentre como guardia cárcel. Qué esperanza de controlar o reducir la inseguridad en las calles, si no tenemos control de los delincuentes ni siquiera dentro de la misma cárcel.
¿Es necesario que ocurran estas desgracias, como es la muerte de un policía, para que se tome alguna medida que tal vez mejore en algo la situación? Que además sin lugar a dudas estará muy lejos de ser suficiente. Nuevamente a llamar al ejército para que saque las castañas del fuego; quién iba a pensar que resultarían tan útiles para este gobierno. Juntaron la basura de la ciudad de Montevideo, reforman y refaccionan escuelas y ahora controlarán las entradas de las cárceles, cuando ya controlan su zona perimetral.
Si con todo lo que entra en las arcas del Estado por IRPF, DGI, utilidades recaudadas por las empresas públicas, etcétera (gracias a una bonanza como nunca se ha tenido), no se solucionan estos problemas que son de primera necesidad, es que la gestión del gobierno deja mucho que desear. Así va a ser muy difícil llegar a un país de primera, ¿o es que era solo un cliché? Javier Pizzorno
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Lectora de EL TELEGRAFO desde los tiempos que mi abuelo lo recibía como suscriptor en Guichón, hoy me atrevo a pedirle esta publicación en la página que usted disponga porque estoy segura que muchos vecinos piensan lo mismo. Si a usted le parece podría publicarse con el título de “postergación increíble”.
Hace muchos meses y solo estoy segura que fue a principios del año pasado, cuando se hablaba de los actos conmemorativos de Paysandú que coincidían con los actos de nuestro héroe máximo, Leandro Gómez, el edil del Partido Nacional Rubens Walter Francolino --que fue dos veces diputado y es reconocido dirigente del partido que precisamente gobierna el departamento-- presentó un proyecto para editar la histórica Defensa de Paysandú en forma de historieta.
Se trataba de un maravilloso trabajo del extraordinario dibujante sanducero Juan Carlos Colla que actualmente reside en la capital, aunque regularmente visita a su querido Paysandú, donde viven varios familiares y amigos. Colla, y esto bien vale destacarlo, donaba generosa y gratuitamente sus derechos de autor.
Lo que se quería era que llegara a escuelas y liceos para que nuestros niños y jóvenes a través de esa obra conocieran los hechos de la gloriosa Defensa de Paysandú, que terminó con la muerte de un puñado de valientes y el fusilamiento del general Leandro Gómez.
Recuerdo también que EL TELEGRAFO destacó con entusiasmo aquella iniciativa y llegó a publicar con carácter de primicia algunos cuadros en colores de las que creo que eran como 80 páginas de la publicación a la que me refiero.
El mismo edil Francolino, después de reiterados contactos con el dibujante Colla, pudo saber que se habría logrado un ventajoso presupuesto por la impresión que le daría el costo de 20 o 25 pesos por cada ejemplar según la cantidad en el tiraje. Confieso que quedé asombrada porque no es ni más ni menos que el costo de un periódico y estábamos hablando de un libro que cualquier sanducero guardaría con orgullo para sus hijos y nietos.
Lo que no entiendo es como una intendencia --y esto no es política, porque las anteriores también tuvieron sus errores-- que tiene una Comisión de Cultura, historiadores que incluso representan a un partido que durante años y años sostuvo el recuerdo de Leandro Gómez cuando no todos lo hacían por “razones partidarias”, postergue de manera increíble este proyecto. Dicen no tener plata y con todo respeto no les creo, con solamente reparar en dineros que se malgastan.
Y por último, me duele por la oportunidad perdida de haber ofrecido esa obra a tantos visitantes que llegaron a Paysandú con motivo de la Semana de la Cerveza. Seguramente con la jarra y muchísimo más barato, hasta pudo ser de regalo, un hermoso recuerdo de la heroica Paysandú. Una orgullosa sanducera
RECIBIMOS Y PUBLICAMOS
¿Cómo de igual sexo?
Acentuado por las declaraciones del presidente de los Estados Unidos a favor del matrimonio entre individuos que aparentemente son de igual inclinación sexual, se desnudan en todos los medios de información gruesos errores conceptuales y de conocimientos sobre la orientación de la sexualidad humana.
Comencemos por establecer algunos postulados para intentar aclarar la cuestión. El primero, que aunque con frecuencia no se acepta por la influencia de distintos valores y subjetividades, la sexualidad es una modalidad de vinculación, de reconocimiento y de diálogo con la intensa participación de los cuerpos desnudados. La inclinación sexual, que es la opción entre desear ser poseído o bien poseer al otro, es un perfil psicológico o psicosocial que se va conformando desde la niñez, que en la mayoría de los individuos es acompañado por su dotación física, a su vez decidida por genes que ordenan la constitución de su sistema reproductor, pero que no es responsable ni de la apetencia ni de inclinación sexual. Pero sí pulsiona sin determinar a la mujer para reproducirse. Y este es el segundo postulado, y puede enunciarse como que los genes no determinan la inclinación sexual, el comportamiento sexual, que al ser lo más íntimo y privado de las personas éstas lo custodian férreamente. El tercer postulado es reconocer que en toda relación sexual entre individuos de igual género, uno de ellos se inclina como dijimos por poseer y el otro por ser poseído. Lo que lleva a fortalecer la conclusión de que lo que se llama vulgarmente sexo y más propiamente inclinación sexual, como toda cuestión psicológica, no puede detectarse con sólo mirar, ni por un médico forense ni por un anatomista ni por nadie, sino solo por los individuos que participan de ese diálogo corporal especial, así que un juez no puede saber si una persona es de uno u otro “sexo”, con lo que se disuelve todo esfuerzo leguleyo sobre el tema.
Por todo ello los comunicadores deberían liderar un cambio en el lenguaje usado en el discurso del problema, y hablar con propiedad de parejas o matrimonios de igual género --que nunca son homosexuales--, cambio que remite sólo a la constitución anatómica de cada uno, que, salvo excepciones que no hacen sino confirmar la regla, como las mujeres con penes u hombres con senos notables. Desde esta perspectiva, es obvio que ni los llamados gay ni las llamadas lesbianas están quebrando ningún mandato, ni biológico, ni social, ni religioso, ni legal ni nada. Sencillamente hacen lo que les gusta. ¿Por qué entonces no los dejamos de joder? ¿Por qué se tiene que meter el Estado o la religión en este tema, que ni siquiera saben de qué se trata a pesar de estar transitando el siglo XXI y casi un millón de años de haber conformado las primeras familias primitivas?
Profesor licenciado Luis María Sánchez, director del Centro de Investigaciones Cognitivas, Argentina.
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