Paysandú, Jueves 07 de Junio de 2012
Opinion | 01 Jun Ha resultado sorpresivo el intempestivo relevo en las últimas horas del ministro de Turismo y Deportes, Héctor Lescano, un integrante del gabinete que inició su gestión durante el gobierno del ex presidente Tabaré Vázquez y que fue mantenido en su cargo a partir del pedido del propio vicepresidente de la República, Danilo Astori, durante la Administración Mujica.
Lescano ha tenido la virtud de no solo darle continuidad a su gestión en el siguiente gobierno --del mismo partido, naturalmente-- sino que más allá de circunstancias favorables y otras no tanto, ha sabido darle una impronta de amplitud, de difusión de las bondades turísticas tradicionales del Uruguay y también de sectores como la región termal, la que durante muchos años había sido la cenicienta de los respectivos gobiernos, que ponían énfasis en los balnearios del Este y habían prácticamente desestimado el potencial de los centros de Paysandú y Salto. A la vez, datos conocidos en las últimas horas indican que pese a los problemas en la región y medidas adoptadas fundamentalmente por el gobierno argentino –no debe olvidarse los años en que permaneció cerrado el puente Libertador General San Martín, con un prolongado conflicto por la instalación de la planta de celulosa-- igualmente nuestros vecinos no dejaron de venir al Uruguay e incluso ha aumentado el número de visitantes extranjeros al país.
Es indudable por lo tanto que la salida de Lescano no obedece a razones de gestión, sino a decisiones políticas que el presidente José Mujica ha tratado de explicar, pero solo ha aportado argumentación contradictoria y para nada convincente. El mandatario había señalado horas antes que “no van a haber cambios” en el gabinete, para señalar luego de pedirle la renuncia a Lescano que “los duendes de las redacciones” precipitaron una decisión en este sentido que iba a tener lugar en julio, porque al haber tomado público el trascendido de que próximamente el titular de Turismo iba a ser relevado, se imponía no perder tiempo en efectivizar la medida a efectos de evitar manoseo de nombres. Esta decisión, empero, suena poco convincente cuando en numerosas ocasiones se mencionaron cambios de ministros y el presidente desestimó las versiones, mantuvo en su cargos a los respectivos titulares o los reemplazó mucho después, para evitar que se vinculara la decisión con las versiones de prensa. En este caso tampoco cumplió con lo que había proclamado en más de una oportunidad, en el sentido de que un ministerio es un equipo, y que cuando se iba el ministro debía irse el subsecretario, desde que a la salida de Lescano le sucede el nombramiento de su subsecretaria, Liliam Kechichian, una persona que ha trabajado con el ministro saliente desde el primer momento y que seguramente le dará continuidad a la política ministerial, por tratarse de una persona en sintonía con los parámetros y modo de actuar de Lescano, así como de probada capacidad.
La segunda “razón” expresada por el mandatario deja aún más que desear, puesto que se trataría de una cuestión de “cuotas” de género, donde se estaría sacrificando un ministro que tal como reconoce el propio Mujica, ha hecho una excelente gestión, sólo porque hay pocas mujeres en tales cargos y pensó compensarlo dándole ese ministerio a Kechichian. La explicación se presta para interpretar que no importa la persona sino el género, y que está dispuesto hasta prescindir de quien más le sirva al país sólo por cumplir la bendita cuota.
Por lo tanto la decisión del presidente resulta extraña, salvo que se tratase de diferencias internas en el partido de gobierno, si se tiene en cuenta que Lescano es hombre del sector que lidera Danilo Astori, y que éste se enteró de la decisión de Mujica después del cese del ministro de Turismo.
Por lo tanto queda fijada indeleblemente la percepción de que por más que el presidente haya manejado argumentación diversa en el acto de despedida y asunción de la sucesora de Lescano –en el que éste fue ovacionado por funcionarios del Ministerio de Turismo, operadores y políticos, tanto del gobierno como de la oposición, en un hecho prácticamente inédito-- los entretelones siguen ocultos en una densa nebulosa, y todo indica que se trata de una expresión más de dos concepciones distintas en la fuerza de gobierno.
Y el punto es que si se hace realidad el anuncio presidencial de que habrá más relevos en las próximas semanas, con “renovación” de por medio, no extrañaría que los cambios se registren por razones políticas en ministerios que hasta ahora han tenido un desempeño positivo, es decir castigando a los que han estado a la altura de las circunstancias, en tanto por otro lado se premia a los que claramente han fracasado, como es el caso de Interior.
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