Paysandú, Viernes 08 de Junio de 2012
Policiales | 03 Jun Una persona falleció en un accidente ocurrido durante las competencias de rally que se disputaban en la víspera en la zona de Quebracho y otra resultó con graves heridas, cuando trataban de grabar en video escenas de la competencia, en un sitio sin protección alguna y de enorme peligrosidad durante la carrera.
En un paisaje agreste, rodeado por palmeras Yatay, en un día de pleno sol y en un ambiente de fiesta, la comunidad quebrachense vivía intensamente las primeras horas del rally, que se disputaba en sus diferentes categorías, cuando la noticia de un accidente fatal conmovió a todos y activó de inmediato el sistema de emergencia previsto para estos casos.
En la zona conocida como Cortada de los Loros, en un puente-calzada sobre el arroyo Malo, un hombre había encontrado la muerte cuando intentaba tomar imágenes de uno de los competidores, sin medir la peligrosidad de su acción, y acompañado por algunos compañeros, todos de Pando, precisamente de la localidad donde se había disputado la fecha anterior del Campeonato Nacional de Rally, y donde el piloto Nicolás Marcelo Russo Miro, de 46 años, junto a Pablo Lozano, habían ganado en la sub categoría Clase 3 Nacional, a bordo de un Subaru Impreza.
La fatalidad quiso que los aficionados de Pando se pusieran en un sitio de enorme peligro, prácticamente en el camino de los automóviles, y que fueran atropellados por Russo.
El accidente
El Subaru Impreza había partido de Arroyo Malo y comía curvas y rectas buscando repetir la buena performance de Pando. Russo iba al volante, soñando con otra victoria. En las cercanías del puente sobre el mismo nombre, una pronunciada pendiente desembocaba en la calzada y luego una recta en ascenso. Se desconoce la velocidad real del vehículo, pero otros pilotos del rally consultados en el lugar por EL TELEGRAFO indicaron que probablemente descendió a unos 170 kilómetros por hora.
En la calzada, al menos tres personas se habían colocado para captar imágenes de la carrera. Entre ellas José Pedro López Rodríguez, de 51 años, y Angel Alejandro Góngora, de 36. Una fuente dijo que un equipo de televisión que cubría el rally dejó una cámara de mano a López Rodríguez, con la promesa de comprarle luego las imágenes.
Quizás por no ser camarógrafos profesionales y quizás por haber compartido el almuerzo con alcohol (estaban acampados cerca del lugar del accidente) no comprendieron la magnitud del peligro. Estaban en medio de un puente, sin baranda ni pasaje para peatones.
El automóvil apareció en la cima del camino a alta velocidad y al descender la aumentó. López Rodríguez estaba filmando y no apreció que estaba en el camino. “Cuando lo vi lo tenía encima”, diría luego Russo. “Le grité a mi compañero ‘¡Lo mato, lo mato, lo mato!’”, recordó. No hubo tiempo para nada más.
El auto arrolló a López Rodríguez, le amputó la pierna izquierda debajo de la rodilla y lo arrojó a metros de distancia; lo mismo que a Góngora, aunque este se aferró a la vida. Sin control, el automóvil continuó por la calzada de protección derrapando hacia el oeste, por el lado del conductor, hasta que finalmente salió despedido del sendero, literalmente volando por encima de malezas y arbustos alrededor de 30 metros, hasta que cayó con violencia y se dio vuelta. La jaula de acero de protección fue eficaz para mantener a salvo a los dos ocupantes, quienes pudieron escapar antes que estallara el tanque de combustible y las llamas consumieran totalmente el vehículo.
HUELE A PELIGRO
En el lugar del accidente, pronto se congregaron ambulancias, móviles policiales, delegados del Club Uruguayo de Rally, integrantes de la organización de Quebracho, el alcalde Mario Bandera y el director de Tránsito, Haroldo Canoniero.
El cuerpo sin vida yacía de espaldas metros abajo, en la calzada de protección del puente, en una zona con maleza y arbustos. También el otro hombre, aunque con graves heridas, permanecía con vida. Entre los arbustos, una pequeña cámara de video de mano. Grabó la propia muerte de López Rodríguez.
El herido fue trasladado a Paysandú, al sanatorio de Comepa, donde permanece en estado delicado, y el cuerpo del fallecido, cubierto con una sábana blanca.
Russo y su equipo deambulaba por el lugar sin comprender aun lo ocurrido. “Ojalá me hubiera muerto yo”, musitaba a quien lo quisiera escuchar. Iba vestido aun con su traje rojo de piloto. La chaqueta se la había anudado a la cintura.
Más tarde llegaron el juez de Paz de Quebracho, Daniel Campot, y la forense, doctora Rosa López, quienes junto a Policía Técnica recorrieron la zona para determinar el lugar del impacto y demás, examinaron primariamente el cadáver y autorizaron su traslado a la morgue.
PARECÍA INEXPLICABLE
Los rostros de todos revelaban angustia. “Todo estaba preparado a la perfección. Todo era para una gran fiesta y la villa la esperaba con ganas. Mirá esto, no lo puedo creer”, comentó Bandera.
“Todo estaba preparado, todo se hizo con dedicación, con cuidado, precisamente poniendo primero la seguridad. Nunca pensamos que esto pudiera ocurrir. Es horrible”, dijo por su lado Canoniero, quien cuenta con gran experiencia en este tipo de competencia, por haber sido corredor durante muchos años.
Otros pilotos de rally también mostraban su incredulidad. La imprudencia se había cobrado una vida y había puesto otra en peligro.
Un hogar en Pando llora sin consuelo a un ser querido que amaba el deporte mecánico, pero que no pudo valorar correctamente el peligro al que se exponía y la competencia quedó trunca.
Sin el bullicio de los autos a fondo, volverán los loros y otros pájaros y el silbido entre las palmas Yatay será casi todo el sonido que se escuche. Casi como un responso por una muerte producto de la imprudencia.
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