Paysandú, Domingo 10 de Junio de 2012

Temblores en la región

Opinion | 05 Jun Desde los dos grandes países vecinos están llegando señales confusas en cuanto a medidas y escenarios económicos que son una alerta sobre la inestabilidad regional, si se tiene en cuenta la alta dependencia de nuestro país respecto a las dos mayores economías del subcontinente.
El proteccionismo surge como el común denominador en las medidas de los vecinos, pero no por ello estamos ante decisiones coincidentes en cuanto a su naturaleza y alcances, y mucho menos aún en cuanto a su efectividad y eventual inocuidad en el contagio, que es lo que debería realmente preocuparnos por nuestro pequeño tamaño y vulnerabilidades propias.
Es notorio que la Argentina ha profundizado las medidas restrictivas no solo para el ingreso de productos desde el exterior –incluyendo naturalmente a nuestro país-- porque no tiene acceso al crédito internacional y necesita superávit comercial imperiosamente para obtener dólares, sino que también ha montado un cada vez más severo mecanismo de control para la compra y salida de dólares por ciudadanos y empresas, estableciendo una suerte de “corralito” de divisas que tiene consecuencias internas y también sobre Uruguay, por vía indirecta.
En economía, y sobre todo en el caso de los operadores económicos, se trabaja sobre realidades y expectativas, positivas o negativas, naturalmente, donde la credibilidad de que goza un gobierno es un factor determinante. Una cosa distinta es que se diga lo que se va a hacer en determinadas áreas en Brasil o Uruguay, por el motivo u objetivo que sea, y otra muy distinta en Argentina, donde por ejemplo el gobierno Kirchner no ha tenido empacho en confiscar los ahorros previsionales de los argentinos por problemas de caja, y más recientemente no dudó en expropiar las acciones de la firma española Repsol- YPF, bajo cualquier excusa.
Estos turbios antecedentes se suman a una inflación oficial digitada que muestra la mitad del guarismo real, según análisis de empresas independientes, por lo que la brecha en estas inflaciones explica que las tasas de interés, tomadas sobre la inflación “oficial”, no compensen la pérdida de poder adquisitivo de los ahorros.
En este marco de incertidumbre y falta de credibilidad, no puede extrañar que la medida de restringir la venta y salida de dólares, lejos de contar con respaldo ciudadano y de los operadores como factor determinante para superar el mal trance, agrega una cuota adicional de desconfianza que llevó el valor del dólar paralelo a cerca de los seis pesos argentinos, contra los 4,49 que cotiza en las pizarras. Es que con una batería de subsidios cruzados que forman parte de un andamiaje socioeconómico, y que amenaza desmoronarse tan pronto se suelte o modifique alguna de las piezas que hacen de tapón de los agujeros, el gobierno busca una y mil maneras de “seguir tirando”, a la espera del milagro que por ahora lo constituyen las exportaciones de productos primarios en ancas de los buenos precios en los mercados internacionales.
Mientras tanto, los ahorristas responden con total lógica. Porque si el gobierno está tan preocupado por las compras de dólares y los pagos de deuda interna, seguramente piensan que más vale sacarlos de los bancos y llevarlos al colchón, solo por las dudas, y ello se refleja en la sustancial merma de depósitos en dólares.
En cuanto a Brasil, es evidente que Uruguay, según los dichos del presidente José Mujica, está “subido a su estribo”, aunque ya hay algunas señales de un menor ritmo de crecimiento del gigante sudamericano y medidas proteccionistas para sostener la industria nacional.
El punto es que el modelo de crecimiento impulsado por el consumo en la nación brasileña, que fue un imán para la inversión en la última década, está mostrando signos de agotamiento, con una industria que vacila y con una economía que tiene dificultades para reactivarse luego de la desaceleración del año pasado.
El ritmo del Producto Bruto Interno (PBI) está por debajo del pronóstico de instituciones públicas y privadas, que esperaban una expansión de entre 0,3 y 0,5, en el trimestre, lo que pone en peligro la meta de crecimiento anual del 4,5 por ciento. Julio Gomes de Almeida, consultor del Instituto de Estudios para el Desarrollo Industrial (IEDI, dijo que “los datos muestran una economía débil. El cuadro es extremadamente grave, está en estancamiento”, pese a que voceros del Ministerio de Hacienda brasileña han reafirmado visiones más optimistas.
Con un fuerte sobreendeudamiento de los consumidores, los inversores temen que algunos de los sectores de mayor crecimiento en Brasil pierdan fuerza, y cuando la “locomotora” a la que nos hemos jugado muestra estos síntomas, además de una Argentina harto complicada, por ser benignos con el término, más que nunca se impone que nuestros gobernantes pongan las barbas en remojo e insistan en la diversificación de mercados y tratar de “desatarnos” todo lo que podamos de la suerte de nuestros vecinos.


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