Paysandú, Domingo 10 de Junio de 2012
Opinion | 08 Jun Tras recientes medidas de ceses de ministros de su gabinete, el presidente José Mujica puso sobre el tapete la necesidad de combatir la “burocratización” dentro del Estado, desde que el mandatario, entre la argumentación contradictoria que manejó para justificar los relevos, dijo que a siete años de gestión, en el caso del ex titular de Turismo José Lescano, se corría el peligro de la burocratización y la perspectiva de quedarse “atornillados” a los cargos. Con similares conceptos pareció justificar la salida de la todavía titular de Vivienda, Graciela Muslera.
Como es sabido, el presidente suele respaldar sus decisiones con motivaciones que muchas veces resultan ininteligibles para la mayoría de los uruguayos, pero en este caso la mención a “burocracia” entraña una concepción que es muy conocida por todos, porque en mayor o menor medida quien más quien menos, alguna vez en la vida y generalmente muchas veces, ha sufrido las consecuencias de la burocracia del Estado en carne propia, tanto en organismos de la administración central como en los servicios públicos.
Es cierto, la burocracia no solo se da en el Estado, y es posible también percibir y sufrir la burocracia en el ámbito privado, con la diferencia de que en el caso del Estado todos ponemos tiempo y dinero de nuestro bolsillo para financiarla, nos guste o no nos guste, y en el sector privado, al existir competencia, está en nosotros optar por ese servicio o bien el que más nos convenga.
Una de las últimas referencias del presidente Mujica la trajo a colación en el Consejo de Ministros de esta semana, cuando el mandatario incluso planteó discutir la desburocratrización del Estado.
Mujica puso especial énfasis en la necesidad de combatir los procesos de burocratización, a los que consideró como un fenómeno nocivo para los gobiernos y las sociedades, y puso como ejemplo extremo la burocracia en la ex Unión Soviética, porque “allí terminó entorpeciendo el desarrollo del socialismo”.
Este planteo de Mujica tiene por supuesto más de un frente de análisis, pero evidentemente si hay algo en que no ha tenido ninguna incidencia la pretendida “desburocratización” es en sus decisiones recientes de remoción de ministros, desde que seguramente han primado elementos de carácter político y/o particulares que hasta ahora permanecen ocultos tras bambalinas.
Es cierto que el presidente tiene el poder –y el derecho—de elegir o cambiar a los ministros a su antojo, puesto que son cargos de confianza del mandatario, pero de ahí a que la opinión pública y los observadores del acontecer político “se traguen la pastilla” de las razones esgrimidas media un abismo.
Una vez dicho esto, consideramos que sí es plenamente compartible su inquietud por el exceso de burocracia, motivo que hizo que por ejemplo “pateara los tarros” cuando siendo ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca de Tabaré Vázquez, la ayuda a productores afectados por la inundación en el Este del país llegó tarde y mal debido a los interminables trámites a cumplir dentro de su secretaría de Estado.
Por supuesto, la burocracia es mucho más que trámites lentos, y peor aún, es muy difícil de combatir con los instrumentos disponibles, por cuanto es defendida a ultranza por los propios gremios de funcionarios públicos, puesto que les brinda seguridad, inamovilidad, comodidad del trabajo light, dilución de responsabilidades y prácticamente “licencia para matar” a los sufridos ciudadanos que no tienen más remedio que caer en sus garras.
Contra eso la única respuesta válida es tener menos y mejor Estado, más profesionales y menos personal de confianza en diversidad de áreas, así como efectuar la reforma del Estado prometida por el entonces presidente Tabaré Vázquez, aquella “madre de todas las reformas” que quedó en la nada ante la oposición de los sindicatos de funcionarios públicos y dirigentes de sectores oficialistas.
Pero hasta ahora tampoco ha hecho realmente nada Mujica, más allá de alguna mención para la tribuna en alguna oportunidad, como en el reciente Consejo de Ministros, por lo que nos tememos que otra vez este planteo se centró solamente en destacar lo que se debería hacer y no se trata de un anuncio sobre aquello en lo que el gobierno se va a embarcar cuanto antes.
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