Opinion | 12 Jun Se conmemora hoy el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, cuya finalidad es poner de relieve la situación de vulnerabilidad y los riesgos que enfrentan los niños que trabajan y de monitorear y proyectar las acciones dirigidas a erradicar dichas situaciones, de modo que gocen plenamente de sus derechos.
Si bien los niños y adolescentes realizan actividades adecuadas a su edad, que se consideran positivas para la integración y la cooperación con los otros y las demás, existe otro conjunto de tareas que perturban su desarrollo, impiden la formación y los exponen a situaciones de riesgo o explotación.
La expresión “trabajo infantil” se refiere a actividades que implican una retribución económica en dinero o especie. Es importante aclararlo para no malinterpretar y pensar que lo que se promueve es que durante la infancia y adolescencia no se realizara ninguna acción de apoyo a las tareas de la familia que son, sin duda, formativas para la vida adulta.
“El trabajo es un derecho económico y social de los adultos, al tiempo que resulta fatal para el disfrute de los derechos de los niños y amenazante para el desarrollo de los adolescentes cuando se constituye en una traba para su educación”, dice Unicef. Y eso es exactamente lo que ocurre en muchos casos en nuestro país, donde --según el gobierno-- 67.000 niños y adolescentes se encuentran en situación de trabajo infantil, instancia que comprende las tareas laborales desempeñadas por personas menores a 15 años; y también por adolescentes de entre 15 y 17 años.
Sabido es que en la actualidad la formación que brinda la escuela es un escalón muy precario en la escala educativa que necesitan las personas para mejorar su nivel de vida. Los preocupantes datos sobre deserción escolar que hacen que apenas un tercio de los que ingresan a secundaria termine el bachillerato, debería ser un asunto a atender muy de cerca también en el contexto del trabajo infantil. El Comité Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil y la Protección del Adolescente Trabajador (CETI) analiza la problemática y diseña políticas de prevención y erradicación. Nadie duda que se está trabajando en esta área, pero 67.000 niños y adolescentes que trabajan demanda acciones efectivas en lo inmediato.