Opinion | 10 Jun La tragedia de la desaparición de un avión privado en el Río de la Plata en la noche del miércoles, con dos tripulantes a bordo dejó en evidencia algunas cosas que no deberían pasar desapercibidas. En primer lugar, la imposibilidad de nuestro país de dilucidar rápidamente este tipo de casos, que felizmente son poco frecuentes, en los que tener éxito en las primeras horas de búsqueda puede ser fundamental para la sobrevivencia de las personas.
En segundo lugar, salió a luz lo terriblemente mal pagos que están la única decena de rescatistas en agua que tiene el país, que pertenecen a la Fuerza Aérea. Un artículo publicado por El Observador señala que estos hombres saben nadar, bucear, tirarse en paracaídas y realizar primeros auxilios. El equipo está conformado por tres oficiales y 10 subalternos de entre 40 y 24 años que trabajan siete horas diarias en la base 1 de la Fuerza Aérea, y cobran $ 7.848 líquidos por mes.
Estos hombres han participado en múltiples rescates en Uruguay, fundamentalmente en casos de inundaciones o hundimiento de embarcaciones, y abrazan su profesión con tremenda vocación bajo el lema de “Para que otros puedan vivir”, poniendo muchas veces sus propias vidas en riesgo. Sin embargo, no pueden “vivir” con lo que ganan por ese trabajo y deben tener un segundo empleo para que sus familias puedan subsistir.
Y ahí viene la contradicción, porque podríamos hacer una comparación y decir que ganan menos que el sueldo mínimo que se exige para una empleada doméstica. Con esto sólo pretendemos dejar en evidencia cómo el propio gobierno parece no exigirse a sí mismo los mínimos que exige a otros. ¿Cómo puede ser que una persona que tiene un exigente entrenamiento, experiencia acumulada y que pone en riesgo su vida en cada rescate gane menos de 8 mil pesos, cuando un portero de ciertos organismos o empresas del estado reciben sueldos que triplican esa cifra y más aún?
Y todo esto con el agravante que desde hace dos años no hay voluntarios inscriptos para el curso de rescatista. Porque aunque haya personas que acepten el riesgo, es casi imposible que puedan seguir interesados con ese sueldo. Paradójico, ¿no?