Opinion | 13 Jun En las últimas horas las nuevas jerarquías de AFE informaron al Senado de la República acerca de la difícil situación del transporte ferroviario en el Uruguay, sobre lo que dieron cuenta in extenso junto al ministro de Transporte y Obras Públicas Enrique Pintado, a la Comisión de Transporte.
Esta presentación tuvo lugar a solo tres meses de que renunciaran a sus cargos el presidente del Directorio, Alejandro Orellano, y el también integrante del Directorio del organismo Juan Silveira, aunque en circunstancias distintas: en tanto el primero lo hizo para dejar las manos libres al Poder Ejecutivo a efectos de llevar adelante la reforma del ente, en el segundo caso el presidente José Mujica le solicitó la renuncia, desde que el ex dirigente del sindicato de AFE se había convertido en un constante opositor a la reestructura que se promueve desde el gobierno para el ente.
Ahora la responsabilidad de la presidencia recae en José Setelich, quien junto al secretario de Estado evaluó ante los legisladores que el ferrocarril enfrenta el siguiente panorama desolador: está en baja el transporte de cargas, con disminución del transporte de pasajeros, problemas de personal y millonario déficit. Para superar esta situación serán necesarias inversiones en obras por unos 430 millones de dólares para 2014.
Setelich también habló de un atraso tecnológico “significativo” en el ferrocarril, tanto en el material rodante como en los técnicos, lo que no es ninguna novedad si se tiene en cuenta que el ferrocarril solo ha sabido de retrocesos en más de medio siglo. Sin embargo Pintado manifestó que hay perspectivas de crecimiento, pero que es imposible hacerlo solo con la inversión de AFE, sino de “eventual sinergia con otros actores”.
Consideró el presidente del organismo que si AFE no cumple el transporte de carga en algunas áreas “se estarían agregando, por día, 640 camiones con capacidad máxima circulando por las rutas nacionales”, según da cuenta “El País”, en tanto siguen sumándose año a año los déficit en el ferrocarril.
A la vez, la idea del Poder Ejecutivo, con la creación de una Dirección de Transporte Ferroviario en la órbita del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, apunta a contar con un operador que funcione bajo el derecho privado en procura de agilizar la gestión del ente y conformar AFE con la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND) un nuevo operador de propiedad pública que se regirá por el derecho privado.
Según el plan del gobierno, la empresa mantendrá sus cometidos esenciales y será la responsable de construir, rehabilitar y mantener las vías férreas, de acuerdo a lo aprobado en la última Rendición de Cuentas.
Esta iniciativa ha encontrado una fuerte resistencia en el sindicato de de AFE, en tanto el intento negociador y de búsqueda de consensos que lleva adelante Mujica en determinadas áreas va a contramano con la ejecutividad que se necesita para llevar adelante reformas y decisiones que no admiten más demoras y que siempre van a afectar determinados intereses.
Y si bien Mujica ha mencionado como una de sus prioridades la rehabilitación y potenciación del ferrocarril, a dos años y tres meses desde su asunción este objetivo dista todavía de ser de inminente consecución. En el Uruguay, como es sabido, el tren de cargas ha estado postrado por décadas, ha seguido un proceso de desmantelamiento y ha perdido pie en forma sostenida frente a otras modalidades de transporte, como el carretero, por una serie de factores que en el caso uruguayo se debe predominantemente a que este servicio lo presta el Estado, con una gestión deficitaria que rompe los ojos y que lo que es mucho peor, nos cuesta millones de dólares en pérdidas al año a los uruguayos.
Recuperar el ferrocarril responde indudablemente a la necesidad de un medio de transporte adecuado para las cargas de madera y granos, entre otras, que por su gran volumen y bajo valor relativo tiene en el ferrocarril y el transporte fluvial sus socios logísticos más importantes a efectos de mejorar su competitividad.
Pero no solo se trata de una fuerte inversión para ponerlo en marcha y dejarlo en situación de competir, sino que es además impensable que la gestión siga en la esfera estatal, que es lo que lo ha llevado a este escenario, conjugado con el uso del ente como una gran fuente de empleo.