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Paysandú, Martes 19 de Junio de 2012

Homenajes en las jornadas

“El nombre Recaredo Ugarte es decir buiatría”, dijo Rivero

Rurales | 17 Jun “Creemos que a nadie le cabe duda que el nombre Recaredo Ugarte es decir buiatría”. De esta manera, el doctor Rodolfo Rivero, presidente del Comité Organizador de las 40ª Jornadas Uruguayas de Buiatría que se desarrollaron el viernes y sábado en Paysandú, presentó el homenaje al profesional sanducero, luego de hacer lo propio con el doctor Alejandro Castrillejo.
Rivero manifestó a través de Ugarte y el de sus compañeros que iniciaron este camino en 1973, “lo que ha significado para aquellos jóvenes que posteriormente ingresaron al Centro Médico Veterinario de Paysandú y Buiatría”. “Este acontecimiento es muy especial para mi persona, porque debe haber sido uno de los aportes más importantes de los que he participado en el grupo que se ha encargado de lanzarlo, buscando un ámbito nuevo”, dijo.
Recordó al doctor Pablo Videla como “nuestro líder e inspirador para hacer estas jornadas”. Sostuvo que “para los que no estuvieron desde el principio, les cuesta entender lo que significa 40 años de trayectoria, en algo que, cuando no se hace con fines económicos, cuesta mucho llegar a concretarlo porque hay que dejar horas de trabajo y la familia para dedicarle tiempo”.
Buiatría ha significado para nuestro país y Latinoamérica “la posibilidad de tener en Paysandú a los número uno en distintas especiales y que dejaron conocimientos que se han usado y continúan utilizándose”. Resaltó la presencia a principios de la década del 80 de la médica veterinaria alemana Ursula Weif, especialista en mastitis. “Nos contactamos con los técnicos de Conaprole y después de la jornada realizó una recorrida por toda la cuenca lechera del sur del país, convirtiéndose en un hito que cambió la historia de la producción láctea en Uruguay. Es un antes y un después de la presencia de la profesional alemana en Uruguay, lo que tiene un significado muy grande”, agregó.
39 jornadas
El doctor Alejandro Castrillejo también tuvo su merecido homenaje al haber concurrido a 39 de las 40 Jornadas de Buiatría. Faltó a una sola jornada, e incluso con aviso. Fue en 1994, cuando se encontraba en Suecia en el marco de un proyecto de investigación en reproducción.
Rivero contó una anécdota: “ver levantarse al doctor Castrillejo a los 15 minutos de comenzada una charla, era pronosticar lo que íbamos a recibir posteriormente, o sea su aporte constructivo crítico con ese toque de humor clásico que lo caracterizaba”.
“Para muchos de nosotros ha sido un provocador, capaz de hacer pensar a los demás; analizar rumbos, objetivos, visión futura de las cosas y por supuesto de la profesión”, dijo.
Castrillejo, por su parte, le agradeció a los veterinarios de Paysandú “el poder hacer estas jornadas durante 40 años, porque para nosotros, los veterinarios de campo, representa la más importante actividad de educación continua que tenemos en Uruguay”.
Anécdotas
El anecdotario de buiatría es muy extenso, pero hay aspectos de lo ocurrido en estos 40 años que merecen ser contados para entender la magnitud de lo que se hacía en los primeros años. La publicación es considerada el libro “insignia” que los participantes de las jornadas se llevan con todos los trabajos completos. Hasta los años 90 se realizaba de forma artesanal por integrantes del CMVP y del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), liderados por el doctor Miguel Dubra, otro de los referentes de buiatría.
Lo destacado es que el lunes previo al inicio de las jornadas no existía nada, salvo parte de los trabajos escritos enviados (incluso algunos manuscritos) y finalmente el viernes se le entregaba al participante la publicación, en un proceso que insumía más de 30 personas y un trabajo de casi 24 horas durante esos días. “Los funcionarios del MGAP se pasaban en Paysandú durante tres días escribiendo a máquina para después utilizando el mimiógrafo y comenzar a hacer el tiraje de los temas”, recordó Ugarte, quien agregó que un grupo de técnicos “se encargaba de escuchar todas las conferencias y sacaban las preguntas que se le hacían a los disertantes, porque era la parte más jugosa de una presentación, y rápidamente se retiraban para que esto también estuviera en la publicación”.
“Estaban también los encargados de combinar con la imprenta, para el momento que estuvieran compaginadas las publicaciones, llevarla, hacerlas engrampar y pegar, colocarles las tapas y traerlas para entregarlas. Entre medio de esto, un grupo no menor de 30 personas se encargaba de hacer el armado y compaginado de las publicaciones, haciendo en una mesa muy larga, una fila que giraba de derecha a izquierda, levantando hoja por hoja para armar cada trabajo”, añadió.
Cirugía
Pensar hoy en hacer una operación en vivo en el marco de las Jornadas de Buiatría sería insólito. Pero en los comienzos de esta actividad, ver llegar a un camión con animales en pleno centro de la ciudad, no generaba ninguna reacción. “Si hoy me dicen llevar a un animal al Club Social Sanducero para operar diría que es algo descabellado, pero en aquella época y gracias a la colaboración de una cantidad de personas, se hacía. Destacó la colaboración durante unos ocho años de Pierre Wyaux, quien ponía el ganado, camión, personal y el material para trabajar.
En donde hoy se encuentra el gimnasio del Club Social (Setembrino Pereda entre 18 de Julio y Florida) se hacían las operaciones. Dijo que la más importante “fue de un novillo de 2 años al cual se le abrió toda la parrilla costal del lado izquierdo y se le hizo una cirugía cardíaca por el año 1978”. Comentó que para estas operaciones había tribuna, porque los asistentes a las jornadas eran entre 300 y 400 personas: “Pretendíamos que los asistentes vieran bien. Para cada cirugía venían 50 personas y observaban la operación; se retiraban y venían otros 50 y el resto no quedaba ajeno a lo que pasaba, porque gracias a Walter Demichelis, un amigo que se portó muy bien, se armó un circuito cerrado de televisión e incluso, desde la sala en donde veían la operación por televisión, la asistencia hacían preguntas. Algo realmente maravilloso”.
También recordó cuando Pierre Wyaux trajo un toro de la raza Charolais que pesaba 1.130 kilos. “Imagínese una masa de esas, bajándola de un camión en Setembrino Pereda y 18 de Julio, lo que podría haber resultado. Sin embargo, nunca tuvimos un inconveniente”, señaló Ugarte.


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