Paysandú, Miércoles 20 de Junio de 2012
Opinion | 18 Jun Una de las primeras reflexiones formuladas por el flamante ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma), arquitecto Francisco Beltrame, refiere a uno de los grandes males del Estado uruguayo, en todas sus dependencias, que es la burocracia, y a la vez, tras lamentar el desaliento y las demoras que genera este factor en los ciudadanos y en los propios gobernantes, comprometió sus esfuerzos en combatir este problema en su ministerio.
La referencia del secretario de Estado es de recibo, sobre todo por tratarse de quien es, la persona en quien el gobierno confía la conducción de la política habitacional, que ha sido un déficit notorio del gobierno del ex presidente Tabaré Vázquez, en el que prácticamente no se construyeron ni por asomo viviendas en un número que permitiera atender las necesidades de los ciudadanos, y que además venía ya con un déficit muy significativo desde gobiernos anteriores.
El escenario en la actual administración se presenta como más auspicioso, si bien no se ha dado un gran salto cuantitativo, pero se ha ensayado una serie de soluciones habitacionales, y no solo en lo que refiere a la incorporación de nuevas unidades habitacionales, donde tampoco se ha logrado una respuesta masiva, por cierto, sino sobre todo en la instrumentación de programas tendientes a la recuperación de viviendas mediante una serie de líneas con distinto grado de subsidios, destinadas a construcciones de interés social por el nivel de ingresos de los núcleos beneficiarios.
Es evidente que si la ex ministra Graciela Muslera no colmó las expectativas en ella depositadas por el gobierno, la responsabilidad mayor debe buscarse en las limitaciones impuestas por la burocracia, por los instrumentos disponibles, los recursos presupuestales que pusieron a su disposición y no por falta de buena voluntad ni la actuación de la ex secretaria de Estado.
Estos elementos negativos no han desaparecido ni mucho menos, y por lo tanto el desafío que tiene ante sí el ministro Beltrame, de buena actuación al frente del Movimiento pro Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (Mevir), es tomar nota de los problemas que debió enfrentar Muslera y en la medida de sus posibilidades disponer los correctivos del caso, aunque ello signifique hincar el diente profundamente en el seno de su ministerio y en la coordinación con otras dependencias dentro del Estado. En más de una oportunidad el ex presidente del Mevir había comentado a EL TELEGRAFO su malestar y frustración respecto a la lentitud del Estado para cumplir con determinados trámites y acciones, y al ser consultado sobre lo que podrá hacer al respecto en su calidad de ministro, indicó que “todo tiene que tener un orden, una forma de hacerse, y estar dispuesto a los controles necesarios, porque eso hace también a la transparencia de la gestión”.
“Lo que nos indigna es que un expediente quede archivado en un escritorio y que pasen 30 días y que nadie lo haya visto, que nadie diga ‘a esto le falta algo’ o ‘está bien’. Lo que vamos a hacer es tratar de ajustar los plazos y comprometernos para que las cosas tengan su tiempo”.
La referencia de Beltrame es sobre todo válida para los ciudadanos del Interior, que deben hacer frecuentes viajes a Montevideo para destrabar algún expediente metido en el fondo del cajón, aún en plena era informática, en dependencias del Mvotma (la observación vale para todos los ministerios, por supuesto). Porque la burocracia, los funcionarios sin compromiso con su trabajo y el desinterés hacen que los expedientes sigan durmiendo meses y años el sueño de los justos, si alguien no se ocupa de un seguimiento o por lo menos se interesa por lo que pasó.
Y como bien expresa el secretario de Estado, esta prescindencia crónica es válida para el caso de las cooperativas de vivienda, que “hace diez años podía estar esperando ocho o diez años su préstamo. Hoy hay un sistema que dice que si tiene todo bien hecho en tiempo y forma, en un máximo de dos años esta cooperativa termina escriturando”, aunque naturalmente, como todos sabemos --lo sufren los cooperativistas-- esta pauta es lo que debería ocurrir, pero no la regla que se da en estas dependencias, donde este plazo suele ser duplicado y multiplicado varias veces en los hechos.
Corresponde, por lo tanto, a la vez de desearle la mejor suerte a Beltrame en la gestión de este ministerio, --porque ello significará a la vez respuestas para los ciudadanos involucrados, sin distinción de partidos-- extenderle una carta de crédito y apoyo en su lucha contra la burocracia, porque de lograrlo tendrá ya seguramente gran parte de su misión cumplida.
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