Opinion | 20 Jun Los uruguayos esperamos confiados poder ir a Brasil, y a Rio de Janeiro especialmente, para el Mundial de Fútbol 2014. También esperamos que la celeste esté en Río en las Olimpíadas en 2016. No obstante quizás no sea tan conocido que el mundo se reúne hoy en Río.
Los líderes de la mayoría de los países estarán allí, con el propósito de salvar el planeta o, mejor aun, crear un futuro sustentable.
El presidente uruguayo, José Mujica, también estará en Rio, aunque además lleva una propuesta para Dilma Rouseff bajo el poncho: que nuestro país y Paraguay, como países pequeños del Mercosur, queden fuera del aumento del arancel externo común que impondrá Brasil.
Aunque el mundo vive la peor crisis económica en casi un siglo, es precisamente ahora cuando se debe poner énfasis en el combate a la pobreza, la desigualdad y la protección del medio ambiente.
Las dos palabras que dominarán las negociaciones son “desarrollo sustentable”. ¿Cómo compartimos nuestro planeta en beneficio de toda la humanidad? ¿Cómo trabajamos juntos para crear un futuro que contenga a los nueve mil millones de nosotros que estarán en el planeta cerca de 2050? ¿Cómo impedimos conflictos futuros sobre agua, energía, alimentos, sin mencionar educación, salud y empleo?
No son ciertamente preguntas pequeñas. Y no quedan dudas que las mismas se repiten a lo largo y ancho del planeta. La cuestión principal es si el foro de Rio alcanzará el desafío de encontrar respuestas creíbles y posibles. El problema es que la ONU tiene en sus espaldas muchos años de inacción. Tanto la pobreza como la igualdad han sido temas tan importantes en la agenda como el medio ambiente y el cambio climático. Pero no mucho ha cambiado. Aunque es cierto que el camino no solamente comienza arriba sino que es posible tomar acciones desde la base. El cambio surge no solamente de las decisiones de los líderes del mundo, sino que las revoluciones duraderas, en pensamiento y acción que muchas veces toman forma de quienes no son más que hombres y mujeres responsables, que toman muy en serio la casa donde viven y cómo cuidarla.
Pero también es cierto que la ventaja que tienen los líderes mundiales es que ellos tienen el poder de tomar realmente acciones. El pedido de cambio es bien comprendido por las comunidades que viven las consecuencias de la inacción del mundo. Pero el tema central es si los políticos reunidos esta semana en Rio pueden seguir el ritmo de la gente.