Paysandú, Martes 26 de Junio de 2012
Deportes | 25 Jun Comenzó hablando de básquetbol, tras haber disfrutado del partido entre Uruguay y Brasil por el Sudamericano, como para dejar en claro que lo suyo no pasa solo por el deporte que tantas satisfacciones le ha dado no solo a él, sino al país.
Es más: el dos veces medallista de bronce olímpico, el ex remero Juan Antonio Rodríguez, ya está palpitando con la presencia de Uruguay en los Juegos Olímpicos de Londres. Una ciudad que le despierta los mejores de los recuerdos, porque allí consiguió su primera medalla de bronce en unos Juegos, en 1948, remando con William Jones en el Dos Sin Timonel.
Hoy, Juan Antonio cuenta las horas para que se pongan en marcha las competencias, a las que verá por televisión. “Pensar que todo lo que espero es llegar a julio para ver los Juegos por televisión, es algo que me encanta. ¿Sabés una cosa? Te voy a contar una anécdota referente a eso: fue en Londres cuando vi televisión, que era en blanco y negro, por primera vez en mi vida. Fue sentado en una vereda, viendo correr en los 100 metros a la americana Marjorie Jackson, que ganó sin problemas. Ella me dio después una insignia de un cangurito, y yo le di una que se ponía en el ojal. Como su ropa no tenía, le hizo un agujero para poder colocárselo”, comentó el sanducero.
Al “Chivo” le brillan los ojos cada vez que habla de Londres. O de Helsinki, Finlandia, donde cuatro años más tarde, en 1952, volvió a cosechar otra medalla de bronce, en este caso junto a Miguel Seijas.
La historia de Juan Antonio es conocida por los sanduceros. Como junto a Jones accedieron a los Juegos mediante el selectivo realizado en Melilla, con excelentes tiempos, lo que les permitió integrar una nutrida delegación celeste. Fueron los últimos orejones del tarro, los últimos en ser confirmados en la delegación. Pero, junto a otro remero, Eduardo Risso, retornaron con sus respectivas medallas de bronce, tras haber afrontado cuatro regatas en un bote malísimo. “Nos lo prestó el Nacional de Regatas, que lo había comprado de segunda mano al San Fernando de Argentina”, recordó el sanducero.
“Fue bravo, corrimos cuatro regatas. La final no se corrió el 8 de julio porque era domingo, y los ingleses no hacían deporte los domingos, así que se pasó para el 9. Y Jones llegó medio engripado, largamos entreverados pero se nos fueron los de Dinamarca y los ingleses, pero ya teníamos asegurada la medalla de bronce”, comentó.
Cuatro años más tarde llegaría la oportunidad de viajar a Helsinki, tras haber conformado un Doble con Miguel Seijas. “El primer bote mixto que tuvo Uruguay lo hicimos con Miguel, porque fue consecuencia de que Risso nos ganó las selectivas para ir en el Single. Los dos estábamos eliminados, así que Miguelito me ofreció para armar un bote. Y en la selectiva ganamos de punta a punta, con buenos tiempos”, dijo.
En Finlandia, Rodríguez repetiría el logro alcanzado cuatro años atrás. Pero más allá de también haber corrido cuatro regatas para abrazar el objetivo, todo fue complicado. Y desde la salida desde Uruguay.
“Nos fuimos solos, sin entrenador y con cuatro remos, porque no había dinero. Conseguimos un bote prestado y lo hicimos a la medida nuestra”, recuerda entre risas, sabiendo que el premio al esfuerzo fue otra medalla de bronce. “Tuvimos suerte que los dos sabíamos arreglar los botes”, agregó.
Y fue en Helsinki donde el sanducero, con 24 años y sin asimilar demasiado lo alcanzado, escuchó las palabras de Bove Ceriani, un veterano dirigente de la delegación: “gurí, no te has dado cuenta de lo que hiciste. Tenés dos medallas olímpicas, y eso no es para cualquiera”.
A esa altura, Rodríguez y Seijas ya habían quedado terceros, detrás de Argentina (“con un bote fabuloso como era el de Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero”) y Rusia.
“Hoy, en broma, digo que el hecho de que todos se acuerdan de mi cuando van a comenzar los Juegos Olímpicos, es un castigo que tengo por haber hecho las cosas que hice cuando era joven.”, dice entre sonrisas.
“Viendo lo que pasó después, va a ser difícil que Uruguay consiga medallas. Ya fue complicado lograr dos en un mismo Juego, como pasó en el ’48 y en el ’52 (fue bronce también el básquetbol). Ahora a los deportistas les dan facilidades, los mandan a entrenar afuera, y no se logra lo de antes. No sé si lo nuestro fue coincidencia, casualidad, o que había una buena rivalidad entre nosotros, que nos llevaba siempre a querer ganar. Nos teníamos ganas, en el buen sentido”, dice Rodríguez.
Hoy, el medallista olímpico espera por la cita de Londres. Y, dice, la esperanza olímpica celeste está centrada en la selección uruguaya de fútbol. “Dios quiera que aparezca otro atleta que nos permita llegar a los primeros puestos. Pero tengo esperanza de que el fútbol se defienda. Para los otros deportes es brava, no creo que haya posibilidades de medalla, ni de figurar medio alto. Le tengo más esperanzas al fútbol porque hay jugadores buenos, y la dirección de Tabárez es buena. Es un técnico criterioso. Es la esperanza de Uruguay”.
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