Paysandú, Viernes 29 de Junio de 2012
Opinion | 29 Jun A partir de la iniciativa presidencial de legalización de la venta de marihuana se ha generado una controversia sobre las bondades o perjuicios de abordar un cambio de estas características, en un país donde ya está vigente desde hace años el contrasentido de que no se pena el consumo pero sí la venta de la droga. Es así que se han lanzado elementos de discusión contradictorios sobre las consecuencias, ventajas o desventajas de las opciones manejadas, ya que hasta ahora no hay ningún proyecto concreto y son solo ideas al viento.
Al respecto es oportuno traer a colación la opinión de los especialistas, en este caso focalizada en la falta de controles del consumo de marihuana en el tránsito, cuando sus efectos condicionan el manejo y se asimilan a los del alcohol.
Por estas horas tenemos de visita en Uruguay al Dr. Alain Verstraete, académico belga experto en toxicología, quien a propósito de la iniciativa gubernamental argumentó que uno de los peligros de la idea es que la población interprete que la droga no es tan nociva, dado que es el propio Estado el que la comercializa.
Pero un aspecto a tener en cuenta es la evaluación que hace sobre las consecuencias del consumo de marihuana en los conductores de vehículos. Dijo que “la gente que consume marihuana cree que no tiene ningún efecto en ellos. Pero lo que vemos es que afecta sobre todo cuando se necesitan reflejos rápidos, por ejemplo, cuando alguien se cruza de forma inesperada en la calle. Las personas bajo el efecto de la marihuana no tienen los reflejos necesarios, son más lentas. La coordinación también es más lenta y el conductor no está demasiado concentrado en manejar. Hay casos de conductores que bajo el efecto de la marihuana atropellaron a una persona en la vereda pensando que era una bolsa de basura que quería atropellar, porque la marihuana genera también alucinaciones”.
Para el catedrático, los peligros del conductor que ha fumado marihuana se asemejan a los del que tiene una graduación alcohólica de 0,5 en la sangre, y por lo tanto es un peligro potencial para sí mismo y para quienes se le cruzan. Debería ser un elemento a tener en cuenta en los controles de alcoholimetría que se realizan en la vía pública, porque hay en Europa y Estados Unidos kits de tests de saliva que mediante un dispositivo descartable, en un lapso de diez minutos permiten medir las concentraciones de droga en la sangre. Los equipos para uso “doméstico” que detectan hasta cinco estupefacientes no superan los 80 dólares, lo que significa que si hoy no se controla el consumo de drogas en los conductores en Uruguay, es porque nadie quiere hacerlo. Cabe la duda: ¿pensarán realmente controlar algo después?
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