Opinion | 25 Jun Nuevamente barrios de la ciudad se encuentran sin alumbrado en Paysandú, en este caso desde el sábado, con miles de personas a oscuras porque varios antisociales no tuvieron mejor idea, una vez más, que robar cables de las redes de distribución a los picos del alumbrado público para venderlos sin importarles un bledo los perjuicios que causan a la población.
Por supuesto, no es ninguna novedad en Paysandú y nuestro país, donde desde hace años el descaecimiento de valores, la formación cultural en amplios sectores de la sociedad y la cultura del todo vale, predomina en grupos que se forman en un ámbito de absoluta desconsideración hacia otros ciudadanos, y se creen con absoluto derecho a obtener lo que necesitan robando, empleando la violencia o causando perjuicios como en este caso.
Pero como dice el refrán, “la culpa no es del chancho” y tal deformación no es otra cosa que consecuencia de las políticas aplicadas –o todo lo contrario, que no se aplicaron— por los sucesivos gobiernos, de tolerancia infinita a la delincuencia y justificación del accionar de los delincuentes. Cree que este fenómeno se debe a las políticas neo-liberales de los 90 –a las que también se les achaca el empobrecimiento de la población—es catalogar al pobre de delincuente, algo que no creemos es absurdo.
Por supuesto, estas son simplemente excusas en un proceso que es mucho más complicado, que no se da solo en nuestro país, y entre sus raíces está el desconocimiento premeditado de la autoridad en aras de la exacerbación de libertades individuales, que no son otra cosa que el avasallamiento de los derechos de los demás.
En este caso, con el robo de cables se busca obtener dinero mal habido robando bienes públicos, --aunque seguramente el ladrón se considere en “su derecho” de hacerlo--, sin importar que está afectando la calidad de vida de centenares de hogares.
Sin embargo la mayoría silenciosa ya no quiere más excusas, sino respuestas; quiere seguridad y sabe donde están las responsabilidades, en este caso en los organismos que deben actuar y no lo hacen, y no solo busca la reparación tras hechos irreparables, sino las acciones de prevención y represión que hasta ahora les siguen negadas.