Paysandú, Domingo 01 de Julio de 2012
Opinion | 01 Jul La obra demorará mucho o poco pero, finalmente, el nuevo tramo de la calle 18 de Julio quedará terminado, reglamentado y habilitado. Pasaron más de 25 años desde que se planteara por primera vez un proyecto similar al que ahora se está concretando, durante los cuales se habló, proyectó y opinó mucho sin hacerse nada. Esto es un hecho y, como dice la afirmación popular, “los hechos, hechos son”.
Ante esta realidad, resulta oportuno analizar los objetivos perseguidos con esta obra y, ahora que ya se puede tener una idea del resultado final, ver si tal como está planteada cumple con las expectativas previstas.
Así, desde un principio quedó claro que lo que se busca crear es una semi-peatonal, o sea, un espacio donde convive el tránsito vehicular con los peatones, con prioridad en estos últimos. Es, por lo tanto, un espacio destinado a la gente, y es a ellos que debe orientarse todo el proyecto. En otras palabras, todos los espacios deberán estar destinados a los peatones, tanto las aceras, como las “islas” que aparecen a lo largo de cada cuadra.
Esto hace que se deba prestar especial atención a determinados aspectos tales como el tipo de piso que se instala para que no presenten luego dificultades importantes. Como aspecto positivo en este sentido, se han mantenido los accesos para personas con dificultades motrices, como corresponde. Por otra parte, las islas ganan espacio a la calle, y además cumplen la finalidad de enlentecer el tránsito, así como posibilitan la instalación de plantas y bancos. Respecto a la iluminación, según afirman técnicos, será “adecuada” (aunque sería preferible que fuese “excelente”).
Todo esto, sumado a una importante presencia de árboles, plantas y arbustos que en principio se anunció para el nuevo centro, hace suponer que Paysandú tendrá una vista más atractiva, tal como fuera soñado durante tantos años.
Sin embargo debemos discrepar con algunos puntos del proyecto, dada la importancia que tiene y el impacto que producirá. No se trata tanto de la obra en sí, que por supuesto genera grandes molestias y como corresponde a la obra pública, se demorará mucho más de lo imaginable –y deseable--. Todo esto era de esperarse, pero se sabe que apenas terminada la construcción pronto se olvidan esos contratiempos, mucho más cuando al poco tiempo aparecen los beneficios canalizados en más clientes, mejores ventas y valorización de las propiedades.
El problema es que aún con toda esta inversión y tanto movimiento, se da la paradoja que la vereda para caminar por la “semi-peatonal” es tan angosta como la antigua acera, y en alguna cuadra, hasta más fina que antes. Esto se debe a que el ancho destinado a vereda propiamente, en las primeras cuadras (entre Cerrito y Dr. De Herrera) está igual que antes, pero ahora una parte está ocupada por una rejilla muy artesanal que resulta incómoda y hasta peligrosa para pisar. Peor aún, su fabricación es tan precaria que ya se ha desoldado en varias partes. Más contra la pared hay otra hilera de baldosones que cubre otro canal de desagüe, que se sienten flojos y como tienen orificios, no son adecuados para que las señoras caminen sobre ese lugar con tacos finos. Las “islas” no agregan espacio de circulación, más bien son lugares para estar, para decorar con plantas, o para agregar algún servicio, por lo que no puede considerarse que por el hecho de duplicar estos espacios se facilite el tránsito peatonal. Por otra parte, los vehículos también ven reducida la calzada. En las cuadras que se están haciendo ahora, en gran medida se debe a que la rejilla de hierro que mencionáramos fue dispuesta “hacia adentro” de la calle para no seguir quitando espacio a la vereda, como se hizo en las primeras cuadras. De esta manera resta unos 40 centímetros de cada lado para los autos, que no pueden pisarla porque es muy débil, pero sin embargo tampoco se agrega a la vereda porque sencillamente es una superficie inaprovechable.
Además, en los lugares donde se puede estacionar la línea “del cordón” está marcada por unos mojones decorativos –también muy débiles--, que obligan al conductor a mantener distancia y quedar lejos de ese borde, so pena de abollar un guardabarros o el costado del vehículo. En definitiva, hay menos calle y menos vereda útiles.
Y si bien no somos técnicos, ya desde la presentación del proyecto nos parecía demasiado pequeña la canaleta de desagüe de los pluviales, algo que al parecer los técnicos municipales se dieron cuenta recientemente. Esto lo suponíamos por simple deducción: basta ver el tamaño del canalón de los techos de cualquier galpón mediano y compararlo con la canaleta que colecta todos los pluviales a de cada acera para inferir que este último es demasiado chico, con el agravante que cuando no de abasto el agua que aflore torrencialmente en una lluvia fuerte, inundará la vereda –porque la calle está a la misma altura—o peor aún, puede entrar a los comercios.
De todas formas, la Intendencia ya anunció que tal problema está siendo solucionado. Esperemos que así sea, y que las inquietudes que planteamos con ánimo constructivo sean consideradas, para hacer del centro la nueva vía que Paysandú ha soñado en los últimos 25 años.
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