Paysandú, Jueves 05 de Julio de 2012

Casi tan vergonzoso como “la Triple Alianza”

Opinion | 30 Jun Con mucha más rapidez que por la que cuestionaron al Senado paraguayo para llevar a cabo el juicio político al ex presidente Fernando Lugo, los tres presidentes de los países del Mercosur, Cristina Fernández, de Argentina, José Mujica, de Uruguay, y Dilma Rousseff, de Brasil, suspendieron a Paraguay de todos sus derechos como miembro del bloque regional, y tras prohibir la presencia del representante paraguayo, decretaron que Venezuela ingresara al Mercosur como socio pleno, con todos los derechos. De esta forma superaron el mayor escollo para integrar al país petrolero al grupo sudamericano, que era precisamente el desacuerdo del Senado del 4º miembro fundador, Paraguay, que no daba los votos al presidente Lugo para aceptar el ingreso de Venezuela. Así fue que con un cuchillo de doble filo cortaron hacia ambos lados a la vez, en lo que es por donde se le mire un atropello a la legalidad y un golpe político maquiavélico.
Y cuando los tres mandatarios, palabras más, palabras menos, habían señalado que en Paraguay se había dado un golpe de Estado –Mujica dijo que “parlamentario”--, a las pocas horas adoptaron una resolución que constituye un verdadero golpe de Estado y atropello jurídico.
Al igual que en la tristemente recordada “Guerra de la Triple Alianza” (1864-1879), en la que los dos grandes –Brasil y Argentina—provocaron la caída del gobierno en Uruguay para establecer aquí una dictadura afín que los apoyara en la guerra contra el Paraguay, y luego arremetieron contra ese país por intereses políticos y económicos hasta diezmarlo, ahora estos tres viejos aliados, políticamente afines como en aquellos tiempos, pisotean los derechos de ese país bajo una excusa insostenible.
En esta oportunidad, los tres presidentes le “hicieron los mandados” al presidente venezolano Hugo Chávez, quien muy suelto de cuerpo, desde Venezuela, proclamó que la aprobación del ingreso de Caracas al bloque constituye una “derrota del imperialismo”, en lo que ha errado de medio a medio, desde que el único derrotado en esta instancia es el derecho internacional. El propio bloque regional sale malherido en su a esta altura muy escaso prestigio, desde que se ha arrasado con todo vestigio de legalidad en aras de decisiones político-ideológicas que nada tienen que ver con la esencia de la creación del acuerdo regional.
La diplomacia de nuestro país –que no es otra cosa que la postura del gobierno de turno, por supuesto-- ha borrado con el codo lo que escribió con la mano, cuando pocas horas antes el canciller Luis Almagro había asegurado que de ninguna manera se estaba gestando el ingreso de Venezuela a través de la suspensión de Paraguay, el único país que estaba bloqueando su ingreso.
El domingo 24, El Observador daba cuenta de que “suspender a Paraguay habilita el ingreso de Venezuela al Mercosur” y que en Mendoza, Argentina, Brasil y Uruguay analizarían “excluir del bloque a los paraguayos hasta tanto elijan en las urnas un nuevo gobierno que consideren democrático”.
El ministro de Relaciones Exteriores expresó sin embargo el martes 26 que “en ningún momento se pensó en el ingreso de Venezuela como miembro pleno del Mercosur aprovechando estas circunstancias”, y había agregado que “mucha gente tiene características alarmistas, por lo que veo”. La posición manejada en ese entonces hubiese sido por demás correcta, puesto que si a Paraguay se le suspende temporalmente la participación en el bloque hasta realizar nuevas elecciones, lo pertinente era esperar a que se integre un nuevo gobierno democrático en ese país para decidir el futuro de Venezuela.
Pero lamentablemente los “alarmistas” tenían razón, y por lo tanto para explicar este estado de cosas hay muy pocas alternativas a considerar: el ministro no fue sincero y ya se tenía todo cocinado --aunque le damos el beneficio de la duda, porque Uruguay ya ha dado demasiadas muestras de “acatamiento” a los lineamientos de los Kirchner y del gobierno de Brasil-- o terminó aceptando este golpe de estado técnico de los grandes.
Tampoco hay que olvidar que Uruguay fue el “presentador” de Venezuela en el Mercosur, cuando en una fulminante reunión, convocada de un momento a otro en la medianoche, la mayoría del Frente Amplio del Parlamento nacional, votó el ingreso de ese país al Mercosur, en actitud claramente obsecuente ante el presidente venezolano.
En todos los casos el prestigio de la diplomacia uruguaya, pero sobre todo del Mercosur, ha quedado en tela de juicio, porque aprovechar la suspensión de Paraguay para darle ingreso a Venezuela es mofarse del tratado fundacional del Mercosur, en una desnaturalización del acuerdo, una injerencia intolerable en los asuntos internos de otro Estado, falta de respeto a la dignidad latinoamericana y una lamentable obediencia de Uruguay a dictados imperialistas de los dos “grandes” del Mercosur.


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