Locales | 01 Jul MOSCU, 30 (Por Enrique Julio Sánchez). Buen vodka, mejor caviar y deliciosos arenques y esturiones junto a la simpatía del ex embajador de Rusia en Uruguay -y hoy encargado del área latinoamericana integrada por Argentina, Paraguay y Uruguay-, Dimitry Belov y su novia Tamara, dieron una noche inolvidable a la delegación.
El diplomático invitó a la delegación uruguaya (integrada por sanduceros, rionegrinos, sorianenses y duraznenses) a una cena en su apartamento. El sol estaba alto en el cielo aún, pese a que eran más de las 20. Belov explicó que Rusia ha adelantado dos horas su huso horario real, razón por la cual en verano la luz solar se extiende hasta casi pasadas las 23.
El apartamento de Belov contrasta radicalmente con la idea occidental de un apartamento en el que resida un diplomático. Apenas un comedor-dormitorio, una cocina y un baño. Nada más. Pequeño, como tantos apartamentos en Moscú. En un buen vecindario, cerca del Museo Darwin, pero pequeño.
Con un amplia sonrisa la pareja recibió a los integrantes del Taller de Teatro. En la mesa delicioso caviar naranja, arenques, esturiones ahumados, ensaladas y buen champagne para el brindis de bienvenida. Luego, todos los uruguayos menos el escriba le salieron al vodka, algunos “por primera vez” en su vida, como el caso de Laura Juan. Primero una botella de “Parliament” y luego una de “Diplomat”. El escriba, por su parte, se dedicó “con pasión” al kuas, “que nada tiene que ver con esa bebida a base de miel que hacen en San Javier”, como explicó Belov. Y, en realidad, con toda razón, pues el kuas ruso es pariente cercano de la malta.
Recuerdos de los casi cinco años de misión en Uruguay de Belov, conversaciones de vida y un brindis por cada uno de los diez comensales. La posibilidad de pasar una noche diferente, distendida, sintiendo la hospitalidad rusa, sabiendo que aquí en Moscú las amistades construidas en Uruguay se afianzan, mientras finalmente cae la noche, mientras llegan ricas pastas con crema doble y una exquisita tarta de frutillas acompañada de sabroso té como postre. La despedida es de buenos, entrañables amigos. Belov irá pronto a Uruguay, en cumplimiento de sus obligaciones diplomáticas. Quizás Tamara pueda acompañarlo. Ella casi no entiende español, pero su luminosa mirada y su sonrisa contagiosa es un abrazo desde el alma. Seguramente, si pasan por Paysandú, habrá tiempo para un nuevo encuentro. Y otros brindis.