Paysandú, Martes 10 de Julio de 2012
Locales | 08 Jul MOSCÚ, 7. (Por Enrique julio Sánchez). En la residencia del embajador de Uruguay en Rusia, Aníbal Cabral, el Taller de Teatro de Paysandú brindó su segunda función de “Crimen y castigo” en su viaje a Rusia y Bielorrusia que, precisamente, culminó con esta representación.
La misma fue presenciada por representantes diplomáticos, integrantes de la comunidad uruguaya en Moscú e invitados especiales, fundamentalmente actores y estudiantes de actuación. En total, unas 50 personas siguieron con interés la propuesta sanducera, premiada al final no solamente con los aplausos sino con elogiosos comentarios de los asistentes, durante el buffete posterior. En la puesta en escena jugaron pequeños papeles los tres hijos del embajador, Hernán, Eliana y Antonio Cabral. La puesta en escena mantuvo a los espectadores centrados en la historia y al final hubo un largo intercambio entre espectadores y el elenco, profundizando en cada personaje, así como en la manera en que cada uno lo interpretó.
Antes de la obra, Cabral habló a los presentes, indicando que la embajada se sentía orgullosa por contar con un elenco del Interior del país en su sede y destacó la “larga trayectoria de Raúl Rodríguez, a quien conozco desde hace 15 años, cuando yo era cónsul en esta misma embajada”. Rodríguez también dijo unas palabras e indicó que “la obra de Dostoievsky tiene enorme actualidad porque es ni más ni menos que la búsqueda de la verdad y la justicia, tan necesarias en nuestro tiempo”. Destacó que “a diferencia de lo que ocurre en la novela original, no se trata de un juez sino de una jueza, y es así porque en mi país son las mujeres las que llevan fundamentalmente adelante la búsqueda de verdad y justicia”.
Los espectadores, concluida la función, no se despegaban de los actores, a los que comentaban prácticamente escena por escena y daban su parecer. El elenco sanducero no cabía en su asombro, al sentirse tan mimado nada menos que por un público muy acostumbrado a disfrutar de grandes puestas en escena. “El viaje de regreso será bueno, porque me siento feliz por tantas cosas lindas que esta noche me dijeron”, resumió Amanda Gómez.
Laura Juan entregó en nombre del grupo una bandera de Paysandú al embajador Cabral, quien al recibirla aprovechó para expresar elogios sobre la propuesta de un grupo sanducero que cruzó el mundo para venir a la tierra de Fedor Dostoievsky para presentar nada menos que una versión teatral de su obra cumbre al público que en el mundo más sabe de ella. Sus hijos, como curiosidad, disfrutaron a pleno de los aplausos del público. Quizás en ellos ha nacido una estrella. En el elenco sanducero, eso es seguro, ha quedado el dulce sabor de los aplausos. Aquí en Moscú, como allá de Minsk. Ahora sí, ya está bueno volver a casa. Cumplir se debe en la vida tantos sueños como alcance la vida misma.
VIAJERTAS
* La cuestión de comprar algunas artesanías para regalar a familiares y amigos siempre es agradable porque significa recorrer puestos, regatear precios, tratar de comprender y de hacerse comprender entre palabras rusas seguramente mal pronunciadas, inglés, español y por supuesto señas. Solamente hay un inconveniente: el peso de la valija aumenta considerablemente.
* Llevar las valijas a pulso desde la residencia universitaria hasta la parada del trolley y luego por los largos pasillos de la estación de trenes de Minsk fue suficiente para comprender el peso agregado. Y aun quedaba el camino desde la estación de metro a la embajada, en Moscú.
* Ya todos piensan en el cambio de clima. Del caluroso verano de estas latitudes se volverá al frío invierno de casita y alrededores. Pero bueno, el calor de los abrazos y los besos de los seres queridos seguramente será más que suficiente para enfrentar las bajas temperaturas del paisito.
* Volver. Pensar en la familia, en los amigos. En el asado que seguramente estará esperando. En lo cotidiano, eso que cuando se tiene se rechaza y cuando no, se extraña. Volver. Con más experiencias de vida, con otros paisajes adquiridos, con otros caminos recorridos.
* Gracias. Agradecido hay que ser al volver. A EL TELEGRAFO, al Taller de Teatro de Paysandú, a la organización del Teatralny Koufar Festival, al embajador de Uruguay en Rusia, Aníbal Cabral, a Munditravel, a Nikita el traductor en Bielorrusia, a todos los que de una manera u otra fueron apoyo y guía. Y, por supuesto, a los hijos que son el combustible que mueve la existencia; y a la vida, generosa siempre. Desde Moscú, punto final.
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