Paysandú, Sábado 14 de Julio de 2012
Opinion | 07 Jul En tanto a través de un comunicado la empresa Pluna informó oficialmente que dejará de volar por tiempo indefinido debido a la situación financiera por la que atraviesa, los ministros de Economía, Fernando Lorenzo, y de Transporte y Obras Públicas, Enrique Pintado, en compañía del vicepresidente Danilo Astori informaron de esta decisión a los líderes de la bancada oficialista, para horas después exponer los alcances de la situación ante los máximos dirigentes del Partido Nacional, del Partido Colorado y del Partido Independiente.
El punto central radica en que, como lo señalaron voceros del Poder Ejecutivo, el gobierno no quiere “seguir perdiendo plata” en Pluna, lo que es plenamente compartible y lo hemos planteado en más de una ocasión, teniendo en cuenta que el seguir gastando dinero a raudales para mantener una línea aérea que no agrega nada positivo para el país, a esta altura no tiene ningún asidero.
En los últimos días, ante la indefinición de la operación de venta que se estaba dilucidando, el sindicato de funcionarios no tuvo mejor idea que hacer un paro y dejar las aeronaves en tierra, lo que a la vez generó un elemento negativo adicional para el desarrollo de las operaciones, con un inversor privado reticente a poner dinero ante un gremio duro que sufre el “síndrome de la ONDA”, que los hace suponer que su fuente de trabajo es “infundible” y eterna.
Trascendidos recogidos por el semanario Búsqueda ya indicaban que el presidente José Mujica avaluaba cerrar o vender el cien por ciento de la aerolínea de bandera uruguaya, porque “el presidente no es partidario de seguir perdiendo plata”.
De acuerdo a la crónica, si no se llegaba a un acuerdo con la empresa canadiense Jazz o con el empresario Juan Carlos López Mena, el mandatario uruguayo intentará recuperar parte del dinero invertido en la empresa vendiendo sus activos, como por ejemplo los aviones, dado que en los últimos siete años Pluna ha perdido no menos de 150 millones de dólares.
No es extraño entonces que la preocupación mayor para las autoridades de Pluna fuese el impacto negativo que podía tener en los usuarios la paralización de 48 horas del sindicato de trabajadores y que hizo que el martes la aerolínea suspendiera todos sus vuelos hasta ayer al mediodía.
“La imagen y la credibilidad de la empresa no se recuperan de un día para el otro; va a llevar un período importante”, comentó el presidente del ente autónomo, Fernando Pasadores. La medida gremial obligó a la aerolínea a suspender más 70 vuelos, afectando a unos 7.000 pasajeros, generando perjuicios económicos por más de un millón doscientos mil dólares.
Ahora, todo esto es anécdota y lo que realmente pesa es el costo de mantener volando una aerolínea de bandera nacional que poco y nada le aporta a los uruguayos, más allá que algunos pocos de buen poder adquisitivo la elijan –como harían con cualquier otra empresa si les conviniera-- para sus viajes de placer o negocios. Es decir que la aventura del Estado empresario les costó cientos de millones de dólares a los uruguayos, solo por no haber hecho lo que se tenía que hacer cuando debió hacerse, que es cerrarla por ineficiente –o inviable— a principios de los 90 cuando “apenas” le costaba al Uruguay unos pocos millones de dólares, o venderla completamente. Se encontró entonces un socio fuerte, hipotéticamente sólido como una roca… que quebró. Llegamos así al gobierno de Tabaré Vázquez, que encontró la solución final: asociarse con un empresario privado para invertir en modernizar la empresa, creando un hub en el aeropuerto de Carrasco para toda América Latina, y aunque el Estado uruguayo fuese socio minoritario, pasó a ser la garantía de la empresa. Ahora el pasivo es de 300 millones de dólares, algo así como el equivalente a 100 dólares por habitante de este país. Negocio redondo.
Ahora podemos pensar en los 750 empleados que quedarían sin trabajo –según el Estado hay más oferta que demanda--, o en los intereses de todo el país.
El mundo no se detiene porque Pluna desaparezca o deje de ser “uruguaya”, la historia está llena de “tragedias” de ese tipo en el mundo. Basta recordar la gigante Pan American, la propia Varig, o la estatal SABENA de Bélgica, una de las pioneras de la aviación que fue cerrada de un día para el otro por inviable en 2001. Ni siquiera un estado rico como Bélgica quiso sostener una “aerolínea de bandera”.
Mientras --por ejemplo-- por un lado se necesita inversión estatal pero sobre todo inversores en un ferrocarril que debería ser piedra angular en la logística en apoyo de la producción agropecuaria del Uruguay, sería entonces más irracional que nunca seguir volcando recursos para sostener una línea área que no resulta de interés general y ni siquiera estratégica para el Uruguay, como no lo fueron tampoco un frigorífico nacional, como también operaron durante décadas --a pérdida y malgastando el dinero de los uruguayos-- entes como el ex SOYP o ILPE. Es hora de ver la realidad. Hay que dejar de apostar a la ruleta con el dinero de todos lo uruguayos. Este gobierno deberá decidir por el futuro de Pluna.
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